Este martes 27 de abril, parte de la dirigencia sindical, junto a las cámaras empresariales y el Gobierno nacional, acordaron un aumento del Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVyM) en siete cuotas por un total de 35%, llegando, recién en febrero de 2022, a 29.160 $.

Salario de miseria por debajo de la canasta de pobreza

Tal como se hizo en marzo de 2020 cuando se acordó pasar de los 16.875 $ de aquel momento a 21.600 $ en marzo de 2021, ahora volvimos a confirmar la falta de voluntad para mejorar realmente la situación económica de los y las trabajadoras más vulnerables.

Es imposible pensar que una familia argentina pueda siquiera subsistir con un Salario Mínimo tan miserable. En la actualidad, el índice de precios del INDEC establece que una canasta básica de alimentos y servicios para una familia está en los 60 mil pesos mensuales.

Nuevamente, el Consejo del Salario resolvió el aumento entre unos pocos, sin consultar a los trabajadores ocupados ni desocupados que son los principales afectados por el haber de miseria que se acordó. El poder adquisitivo del salario se desplomó en los últimos años y la perspectiva de mejora no aparece más allá de las promesas de los funcionarios nacionales.

El salario mínimo vital y móvil, de acuerdo con la Ley de Contrato de Trabajo, se define como “la menor remuneración que debe percibir en efectivo el trabajador sin cargas de familia, en su jornada legal de trabajo, de modo que le asegure alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión”.

A pesar de que la mayoría de los y las trabajadoras en relación de dependencia tenemos Convenios salariales por encima del Salario Mínimo, este valor sí se toma como referencia para trabajadores/as sin Convenio y para asignaciones como el salario social complementario, la jubilación mínima, el salario mínimo docente y el programa ATP, entre otros beneficios sociales.

No podemos aceptar un SMVyM que no cubra la canasta básica de alimentos para una familia, y que no contemple la pérdida de poder adquisitivo que sufrimos la clase obrera en los últimos años.

¡Basta de cargar la crisis sobre las espaldas de la clase trabajadora!