La pandemia de coronavirus, con las consecuentes restricciones en la circulación, potenciaron las operaciones comerciales y bancarias a través de diferentes plataformas virtuales. Ello también agravó una práctica alarmante y certera, como la estafa, que no sólo se diversificó y expandió en diferentes rubros, espacios y facetas, sino que también se perfeccionó. Quienes son presas de tan extremo engaño reconocen la imposibilidad de recuperar la pérdida material y un estado de indefensión a merced de los estafadores.

Las limitaciones en el tránsito y el temor a exponerse a un posible contagio de Covid-19 constituyeron los principales factores por los que comerciantes y emprendedores recurrieron las plataformas digitales para proveerse de la mercadería que requieren para llevar adelante sus actividades. Por lo tanto, los grupos de Facebook o de las aplicaciones habituales se convirtieron en galerías, ferias y centros de venta mayorista virtuales.

Pero la facilidad por el acceso y la inmediatez se contrastó claramente con la distancia y la imposibilidad de un contacto directo con el vendedor, tornando riesgosa y hasta una apuesta a la fortuna cualquier operación por estas vías. Fe de ello puede dar Valentina, oriunda de Paso de los Libres, Corrientes, quien realizó una compra de más de 80.000 pesos en vestimenta y artículos de lencería. La joven relató que “veía que la mujer subía comprobantes de entrega a diferentes puntos del país, encomiendas, y entonces me generó confianza. Además me suministró sus datos. No era sólo plata mía, sino de personas de mi ciudad”.

Consumada la estafa, la acusada argumentó que le robaron su DNI y la damnificada no pudo recuperar su dinero, y debió reponer de su bolsillo el que le confiaron sus vecinos para la transacción.

Por su parte, Silvia, residente en Córdoba, invirtió los ahorros familiares para la adquisición de cuarenta conjuntos de niños. “Me envió videos de la ropa, de los paquetes, entonces le transferí el dinero. Pero después no me respondió más, y a pesar que hice la denuncia, perdí todo”, señaló la mujer. Situación similar padecen otras treinta emprendedoras, quienes cayeron en las garras de un clan familiar cuya razón social se denominaba Munna, por sumas que van desde los 8.000 hasta los 40.000 pesos.

En el común de los engaños, los supuestos vendedores publican catálogos y recibos de entrega de otras firmas, así como documentación y perfiles de Facebook o Instagram de otros, en muchos casos comprados o alquilados a sus verdaderos dueños.

No obstante, los comerciantes también están expuestos a las estafas mediante dos mecanismos sencillos pero eficientes: por un lado, tíckets de depósitos falsos, editados u otorgados por el cajero por montos no depositados; y por otro, con la simple negativa del “comprador” respecto de haber recibido el comprobante correspondiente, las plataformas invalidan el pago, más allá de que el producto haya sido entregado.

Una tercera variante la padeció Ricardo, quien detalló que “durante enero los clientes comenzaron a desconocer las compras, como que ellos no habían sido, a pesar de que presenté las facturas de las ventas y los remitos de entrega. Lo que hacen es comprar con tarjetas de crédito y luego desconocen los pagos. Puede ser que sean efectivamente compradores o ladrones de información que con los datos de las tarjetas hacen las compras”.

Bajo ese método, el comerciante perdió tres millones de pesos, y en consecuencia, su futuro comercial pende de un hilo.

Una carnada habitual para el engaño radica en aquellas propuestas que prometen multiplicar el dinero que aporten quienes le interese formar parte de dicha iniciativa. En este sentido, Jésica reveló que “una chica armó un grupo de inversión que alentaba a poner 1.000 pesos y en siete días te daba 7.000. Yo puse 16.000 pesos el 26 de febrero y jamás me lo devolvió. Ella hace un mes empezó a pedir un 10% del monto inicial a quienes ya lo habíamos hecho para poder pagarnos a quienes les debía”.

Ante semejante estafa, la damnificada exigió la inmediata devolución de la suma invertida, pero la acusada “me insulta y me amenaza; muchos damnificados le tienen miedo porque parece gente pesada, y hasta nos intimida con que tiene un hermano preso que es muy peligroso”.

La construcción es otro rubro que no queda exento de estas maniobras traicioneras y recaudadoras. En este sentido, la práctica más recurrente es a través de la edificación de viviendas en el mismo terreno de la víctima. Una de ellas, Marisa reveló que la mecánica consta en “firmar un contrato, para darle un marco legal, pero una vez que le depositas el 60% de la suma, desaparecen. En mi caso, fui engañada por una empresa que se llamaba ’Mundo’, ahora cambió el nombre, y operan en Mendoza y Córdoba. Tienen más de treinta denuncias”.

¿Cómo funcionan las estafas cambiarias?

Los engaños bancarios son las más reiteradas y eficaces, alcanzando cifras millonarias, con una llamada y aprovechando la distracción, el desconocimiento y el apuro del estafado.

Una combinación que fue letal para Fabiana, quien perdió sus 80.000 pesos ahorrados y debe abonar un préstamo por 400.000 pesos que no solicitó. Al respecto, ella expresó que “quería extender el límite de mi tarjeta de crédito porque necesitaba comprar una notebook, y entonces asenté mi pedido en uno de los perfiles del banco”.

“Me respondieron brindándome un número de teléfono de un supuesto agente. En ningún momento advertí nada sospechoso, por eso les otorgué mis claves cuando me las pidieron. Finalmente tomé cuenta de que me sacaron todos mis ahorros y obtuvieron el préstamo en cuotas que valen el doble de mi ingreso”, concluyó.

Vacío legal y difícil de probar: la opinión de los expertos

Las más de 80 denuncias que relevó Crónica señalaron, en forma unánime, que, en su gran mayoría, no prosperan ni por vía policial ni judicial. Un factor que le transmite cierta sensación de tranquilidad e impunidad al estafador, al mismo tiempo que agudiza la decepción y la impotencia de quien fue víctima de engaño, no sólo por la pérdida económica, sino por el solo hecho de serlo.

En su caso, Jésica, quien invirtió un dinero en un método multiplicador de la cifra aportada y recibió como respuesta de su estafadora: “Ya perdiste, la plata no la ves más. Total, ya me hicieron 43 denuncias y nunca tuve que devolver nada”.

En este sentido, el abogado Gustavo D’Elía dejó en claro que “el problema en las estafas virtuales es la dificultad de justificar la materia probatoria y a través de ella, la violación de la seguridad informática”.

Un claro ejemplo del argumento del representante legal lo representa Fabiana, damnificada por una estafa financiera, que hasta el momento no ha logrado demostrar el daño material, puesto que “hice la denuncia en la oficina de ciberdelitos del banco y me responsabilizaron a mí por haber suministrado mis claves, cuando en cualquier comunicación con ellos te piden una”. Por lo tanto, ante semejante trance, la mujer remarcó que “estamos desprotegidos y le puede tocar a cualquiera”.

Para dar cuenta legal de la sensación de esta víctima, el abogado especialista en ciberdelitos Miguel Sumer Elías consideró que “en el último año el incremento de ciberfraudes aumentó de manera descomunal y es indignante ver cómo el sistema financiero desprotege a la víctima”.

Una práctica en crecimiento que utiliza lo que se denomina como “ingeniería social” que, según Elías, es “el arte de engañar la mente de una persona para evitar que razone la situación, muerda el anzuelo y, de esta forma, tome decisiones urgentes y emocionales”.

Justamente, la inmediatez de la operación facilita el desenlace del procedimiento, que consiste en el acceso ilegal a la cuenta de la víctima para transferir -en escasos minutos- todo el saldo que poseía más la totalidad del dinero de un “préstamo preacordado” que el estafador solicitó en ese mismo instante suplantando la identidad del usuario. Al tomar conocimiento de la maniobra, sólo cuenta con números de referencia de pago y otros datos que no constituyen, en primera instancia, una herramienta sólida para poder recuperar el dinero que le sustrajeron ni revertir el crédito que no solicitó.

Ante semejante panorama, al parecer irreversible, para el damnificado, Miguel Sumer Elías recomendó lo que él llama un cóctel de acciones simultáneas tendientes a lograr pequeñas soluciones inmediatas que mejoren la situación jurídica y probatoria de la víctima. /Crónica