Que el gobierno nacional a cargo de Javier Milei descree y despotrica contra toda gestión estatal ya no debería ser novedad. Vastos ejemplos han dejado estos más de 100 días. Sin embargo, no deja de ser doloroso, sobre todo para las personas que, como en un jenga, ven que la pérdida del propio empleo es cuestión de suerte, de tiempo y de azar.

Tras la intervención de los medios públicos y el desmantelamiento de la agencia nacional de noticias Télam, ahora la administración nacional se encamina hacia el vaciamiento de la TV Pública.

Durante los últimos días, se vieron en televisores y en redes sociales las despedidas de programas exitosos y federales como Cocineros Argentinos. La locutora y periodista Natalia Maderna hizo lo propio, fiel a su estilo, ante el fin de ciclo de Aire Nacional.

Para los técnicos y operadores del canal estatal el destino no varió. Se comunicó en el transcurso de la semana anterior que se debían tomar los compensatorios y francos acumulados. Es decir, se les pidió que no vayan a trabajar.

  • Así, sin personal técnico, de producción ni conductores, la TV Pública no tendrá programación propia y en vivo al aire durante semana santa. Algo parecido a lo que sucedió los últimos sábado y domingo: no hubo noticieros al aire, y, por primera vez, no hubo cobertura ni transmisión de las movilizaciones por el 24 de marzo. 

Se especula (aunque hay quienes ya aseguran) que finalizado el fin de semana XXL que une marzo con abril, comenzarán los despidos y los retiros voluntarios. Una fotocopia mal sacada de lo que decidieron hacer con Télam.

Pero no es todo. Fuera de los estudios de grabación y transmisión, los cambios -abruptos- también se sucedieron. Durante el fin de semana renunciaron al menos tres altos cargos del canal. El viernes 22 de marzo presentó su renuncia Juan Parodi, quien por menos de dos meses fue director de la TV Pública. Hicieron lo propio también por esas horas Mateo Baldarenas, director de Recursos Humanos, y Eugenia Bereciartua, directora de Administración y Finanzas de Radio y Televisión Argentina (RTA). Estos últimos, por el contrario, cuentan con años de trayectoria a través de diversas gestiones en la TV del Estado.

  • En tanto, Eduardo González fue designado interventor de la señal de televisión. Se trata de un hombre con amplia trayectoria en altos cargos de medios privados, que pertenece el círculo de confianza de Diego Chaher, interventor ya designado de Radio y TV Argentina.

Con todos estas modificaciones, renuncias y apagones, se llega a una nueva instancia del objetivo del gobierno nacional. Se abandonaron las co-producciones y se cortaron las producciones propias. Quedan algunos programas al aire que dejarán de ser emitidos a fin de mes, cuando cesen los contratos. Así, la ex ATC no tendrá programación propia en vivo y vivirá de latas, es decir, de repeticiones de programas ya emitidos.

Además de la pérdida de miles de puestos de trabajo directo e indirecto que tales decisiones generan, se genera un hiato entre el Estado y la población a lo largo y a lo ancho del país. En la hegemonía de lo cuantitativo y de supuestas pérdidas económicas, cabe mencionar y destacar que los medios públicos no son creados y gestionados con fines competitivos y comerciales. Para eso está el resto del ya saturado espectro.

  • Los medio públicos deben brindar un servicio, llevar información oficial a la población. A todos lados, más allá del Obelisco, más lejos de la General Paz, mucho más lejos aún de la provincia de Buenos Aires. Es el federalismo el principal valor agregado. Que una persona en el extremo sur del territorio nacional sepa, por ejemplo, que cuenta con un nuevo derecho, o que una familia habitante del norte argentino sepan cuales son las campañas de prevención en materia de salud. Es, básicamente, que se cumpla con el derecho constitucional a tener acceso a información de calidad.

No todo se compra, no todo se vende.