¿Cuánto estaría dispuesto a pagar por tener la gloria de ser el hombre capaz de agrandar el mundo? ¿Cuál sería la máxima condena que podría caberle a aquel que se enfrentó a la creencia y puso de pie la evidencia racional de que el mundo no era lo que se había creído? “Magallanes.0”, es la obra de Jeroni Obrador que dirigió Merceditas Elordi, y que se presenta todos los domingos en Cuatro Elementos de calle Alberti 2746.

En este camino de salida de la oscuridad medieval, los hombres de la conquista vivieron una épica que no se ha vuelto a repetir ni siquiera con los viajes espaciales. Magallanes es aquí un personaje que lleva siglos pagando las consecuencias de todo eso. De haber pretendido ser dios, de haber creado un mundo redondo, de no haber aceptado los límites de ser un hombre cualquiera.

En esta soledad abismal de un sitio innombrado, con un espacio escénico que tiene la medida de media vela y una jarcia envejecida, Magallanes pretende hacer hablar a las piedras. Pero literalmente. Las piedras son todo lo que hay y son aquellas a quien Magallanes invoca en el monólogo plagado de imágenes, que le permitirá sobrevivir a semejante condena.

La cuestión será ahora develar qué pasaría si al final supiéramos que la gloria no fue tal. Que la fortuna no llegó. Y que la condena de medio milenio tampoco a ha servido de nada.

La actuación de Claudio Pazos lo es todo, y la directora ha logrado llevarlo hacia todos los matices que requería un extenso unipersonal que se pasa volando. Un capítulo aparte para el diseño de vestuario de Jorge López, que ubica al espectador en el código empleado. Un unipersonal asombroso, hecho por gente que asombra.

Adriana Derosa