Buzos profesionales que sacaban una red atrapada en un barco pesquero fueron testigos de la lucha por el alimento bajo el mar.

La posibilidad de trabajar bajo el agua permite presenciar escenas protagonizadas por sus habitantes que llenan de asombro. Como los documentales que se ven en televisión o los videos que logran aficionados.

Un autorizado para hablar del tema es Luis Tony Brochado, el buzo profesional de San Antonio Oeste de reconocida trayectoria en el mundo sumergido, autor de “Vida de Buzo”, un emocionante libro en el que cuenta algunas anécdotas de su experiencia laboral, y que amplió en una segunda edición.

Tranquilamente, Brochado podría escribir otro libro para agregar nuevos relatos. Reporta comezón literaria, pero además por su constante actividad sigue juntando historias para narrar, y encima ahora gracias a la tecnología puede documentar lo que ve.

Eso mismo sucedió días atrás en el pontón flotante del puerto de San Antonio Este, donde opera la flota pesquera, que comparte lugar con una colonia de lobos marinos.

Resulta que al barco Columbus pescaba merluza al sur de Las Grutas, a la altura del Fuerte Argentino, y se le enrolló la red en las dos hélices que lo impulsan.

Debido a que había quedado sin motor, otra embarcación debió remolcarlo al puerto para quitar la red que le permita seguir navegando.

La solución requiere de especialistas, y aquí entra en acción la empresa Salvamento y Buceo El Austral, dirigida por Brochado, con el acompañamiento de su hijo Marcos y Walter Wiciak, ambos también con habilitación profesional para desarrollar la actividad. Se hicieron conocer en la zona cordillerana por un reflotamiento.

Lo curioso sucedió cuando se tiraron al agua notablemente transparente para comenzar la extracción, y varios lobos marinos, integrantes del grupo que pulula entre el pontón y punta Villarino (a poca distancia), descubrieron que en el interior de la maraña habían quedado algunas merluzas.

Sin temor a la presencia humana fueron con total decisión por los pescados, exhibiendo instantes de la competencia alimentaria que se da en el medio natural.

La secuencia fue filmada con la cámara GoPro que llevaba Marcos, y esas imágenes –que rememoran una fábula animada- acompañan este artículo.

Todo arranca cuando uno de los lobos escarba la red para sacar un pescado. Pero cuando está por lograrlo aparece otro y se lo roba. Con un ágil movimiento el rapaz se dispone a marcharse satisfecho con el bocado. Sin embargo, surge un tercer lobo con máxima velocidad y termina quedándose con la presa.

Como el antiguo cuento de los deditos y el huevito, pero con un par de actores menos.

LMN