Por Adriana Derosa

Para quienes dudan de la existencia de una verdadera identidad del teatro marplatense, o ponen este concepto en una discusión que podemos compartir, me atrevo a decir que si es que la producción escénica local tiene un DNI, su huella digital única e irrepetible es la diversidad. Nuestra ciudad genera una oferta de variadísimas elecciones estéticas y experimenta, dentro de numerosos subgéneros y estilos. Quizá sea consecuencia de que esta ciudad recibe artistas de trayectorias tan variadas, hay un entrecruce de artistas que llegan desde las provincias, hay participación en festivales y eventos, movimiento que nutre el hervidero creativo propio. Quizá, digo, como hipótesis. Y ojalá que todo aquello siga sucediendo para que la hipótesis pueda ser sostenida.

Hablando de unicidad dentro de la diferencia, el espectáculo que se presenta todos los jueves en El Séptimo Fuego: “Licantropía Contemporánea: la exposición de un caso”.

Con dramaturgia y actuación de Fabián Canale, y dirección de Pedro Benítez, Licantropía es una experiencia escénica. Una verdadera “exposición” de un individuo que se pone en la primera persona de un texto lírico bello, y recorre los diferentes momentos de una vida. El sujeto en permanente metamorfosis es quien examina la condición de la ferocidad, los alcances de la fiereza, y además cuestiona cuáles son los otros depositarios de semejante condición. Evoca un pasado, reconoce unos crímenes tremendos y relata las heridas que recibió como espécimen de determinada experimentación (llevada a cabo por humanos, esos seres no- feroces).

Fabián Canale hace uso de una condición propia ineludible: tiene un “decir” armónico y bello, entona con musicalidad y consigue una dicción que permite sostener un texto críptico sin perder la atención de un público que, reducidísimo por elección de la puesta, rodea el dispositivo escénico que es el eje de la experiencia. Es un performer que se mantiene en situación de exposición durante todo el tiempo que dura el espectáculo, que podría ser este u otro.

Una apuesta compleja, contemporánea, que sin duda concentra la hipnótica atención de los espectadores, a la vez que revisa los bordes de la oscuridad como territorio de tensión que habitan juntos los seres más triviales. ¿Quién de nosotros puede decirse exento de cualquier ferocidad? ¿Quién es el que sólo se desplaza por el mundo de la luz? ¿Todos los lobos se ven a simple vista?

 

Imágenes J. Sebastian Benitez