Nota realizada por Rodolfo Elias,  Doctor en Ciencias Naturales, investigador y docente de la UNMDP.

No hay plan B. Este mal llamado planeta Tierra (donde más del 70 % de la superficie es agua) es el único lugar donde puede vivir la humanidad. No hay donde escapar.

El cambio climático ya llegó. La humanidad ya produjo un desequilibrio en el clima del planeta que está produciendo cambios extremos. Las tormentas son mucho más intensas y destructivas. Las olas de calor matan personas y generan enormes incendios. Hay sequias o inundaciones de terribles consecuencias. Se derriten glaciares. Se mueren enormes superficies de arrecifes de coral por las altas temperaturas del mar.

Periódicamente, hay reuniones de científicos y políticos para “arreglar” el cambio climático. Hasta ahora, los participantes del Pacto de Glasgow  (es decir, la conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático celebrada en 2021 o COP26) han trabajado para crear un “hermoso futuro de amor y paz” (palabras de Serrat), o sea discursos y declaraciones.  Un montón de buenas intenciones, con “recomendaciones”, “reconocimiento de la emergencia”, “se pide la reducción del carbón como fuente de energía y la eliminación gradual de los subsidios “ineficientes” a los combustibles fósiles”, el Pacto de Glasgow para el Clima insta a los países a presentar planes nacionales más enérgicos el próximo año, en lugar de en 2025.

Sin embargo, la humanidad (la parte que puede) sigue consumiendo y generando desechos como si nada hubiera ocurrido. La explotación y quema de hidrocarburos no se detiene, y en este marco  la mayoría de las ONGs (organizaciones no-gubernamentales) “luchan” contra el cambio climático proponiendo salidas individuales. Tal vez estas pequeñas acciones personales tengan resultado beneficioso al crear conciencia y compromiso ambiental, pero las emisiones de dióxido de carbono (producto de la quema de petróleo, gas y carbón)  siguen siendo tan obscenas como antes. Las predicciones a partir de la actual tasa de consumo de energía  y emisión de gases de efecto invernadero son catastróficas. Las conclusiones de la última conferencia del cambio climático (COP2) fueron muy claras, los científicos y gestores no pueden impedir que unos pocos hagan miserables a la humanidad.

Estamos dejando en manos de unas pocas personas, dueñas de las mayores riquezas mundiales, que solo responden a la ley del mercado el manejo de los destinos de la humanidad. Obviamente ellos no están preocupados por el cambio climático… solo sus ganancias les importa. Mientras tanto algunos “ecologistas”, individuos u organizaciones no-gubernamentales hacemos actos simbólicos de resistencia a estos grandes capitalistas. Si no frenamos el aumento de la temperatura se predicen situaciones catastróficas. Mal epitafio de la humanidad… “la vieron venir, pero no pudieron hacer nada para impedir lo que habían generado”.

Fin, no hay planeta B.