En el fútbol, cuando un equipo se ve superado por el juego del contrario, el técnico suele ordenar a los jugadores parar la pelota y levantar la cabeza. La idea es poder tomar distancia del instante en el que el mismo juego nos acorrala. Hay que parar la pelota para no seguir corriendo detrás de ella, y poder pensar. Y hay que levantar la cabeza para saber dónde estás parado, y dónde están los demás. Levantar la cabeza y mirar para adelante.

Ahora que la pelota se paró sola en Mar del Plata, por causa de una pandemia que nos amenaza indiscriminadamente, la industria tiene un nivel de producción que es igual a la mitad del que podríamos tener por nuestra capacidad instalada. Esto en parte se explica porque se detuvieron las ventas, y en promedio las empresas redujeron sus ventas a menos de la mitad, si se las compara con su desempeño habitual en esta época del año. El dato se vuelve alarmante si se tienen en cuenta los elevados costos fijos, que las empresas deben seguir pagando sin ingresos.

Si distribuimos las empresas marplatenses por su actividad, la mayor parte de ellas pertenecen a la rama alimenticia, ya sea pesquera (24,8%) o no pesquera (20,8%). Les siguen en orden de importancia las empresas textiles y de confecciones (8,8%), las de químicos -caucho y plástico- (8,6%), las dedicadas a la producción de Software y servicios informáticos (7,4%), las de la metalmecánica (7%), las productoras de maquinarias, equipos y aparatos eléctricos (6,1%), y las pertenecientes a madera y muebles (6%). Finalmente, con participaciones menores se encuentran las siguientes ramas: embarcaciones, automotores y partes (3,4%), aparatos eléctricos y otros equipos (2,3%), papel e imprenta (2,3%) y otras actividades industriales (2,6%). Pero a nivel sectorial, en términos generales es posible decir que la industria textil y confecciones es la que ha resultado más afectada por la actual coyuntura, seguida de la metalmecánica. Ambas categorías son las que presentan más empresas cerradas y una mayor reducción de la utilización de la capacidad instalada.

En lo relacionado al empleo, las estrategias que se están implementando para enfrentar una situación inédita son la reducción de carga horaria, la eliminación de horas extras y la suspensión de la contratación de trabajadores externos, especialmente del sector textil, alimenticio pesquero, y de software y servicios informáticos.

El comercio es también una de las actividades más afectadas por la aplicación del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio: la mayoría de los locales se encuentran cerrados, y aquellos que continuaron funcionando por llevar a cabo actividades esenciales, vieron fuertemente disminuidas sus ventas por la poca circulación de personas en la vía pública. A partir de abril, algunos comercios retomaron las actividades bajo la modalidad de trabajo remoto y a través de la entrega de productos vía delivery.
Sólo una pequeña proporción de empresas -especialmente las más grandes- contaba ya con sistema de venta digital: los comercios más pequeños no suelen contar con la capacidad financiera para afrontar las inversiones necesarias para vender on-line, lo cual limita fuertemente su posibilidad de recuperación de ingresos. El sector enfrenta hoy inconvenientes para el pago de salarios, de impuestos, servicios y alquileres.

En lo que respecta al turismo -uno de los aspectos fuertes en el desarrollo de la actividad marplatense- lógicamente de detuvo. Desde el sector empresario, algunos de sus protagonistas destacan la necesidad de la rápida ayuda del Estado para sobrellevar la crisis y evitar así que el freno de la actividad tenga consecuencias en la supervivencia de las firmas.
Por otra parte, un 82% de las industrias de la ciudad exportan de manera periódica, pero la caída de la demanda del exterior -que obedece a que los mercados externos están deprimidos e incluso cerrados al menos transitoriamente- ha demorado las operaciones. En otros casos, las ventas al exterior directamente se han suspendido. Esto genera un lógico aumento en los costos de almacenamiento y conservación, especialmente en el sector alimenticio.

Un 48% de las empresas utiliza materia prima e insumos nacionales e importados en su producción, mientras que un 44% sólo utiliza importados. Tales insumos provienen en su mayoría de EEUU y Europa (51%), seguidos por Brasil (40%). Hoy, algunas de las empresas que aún se encuentran sufren los inconvenientes tales como demoras en los envíos, aumentos de precios, falta de actividad de sus proveedores y hasta falta de stock. Pero también hay cierta dificultad para obtener insumos de producción nacional, porque los precios de muchas materias primas nacionales se encuentran dolarizados.

Ahora en Mar del Plata sólo nos queda levantar la cabeza para escapar de este instante de angustia, definir dónde estamos y para dónde vamos a ir. Al levantar la vista nos vamos a encontrar que en la ciudad no hay relación entre el diagnóstico y la planificación. Veremos que no hay un perfil claro, porque si bien hay actividad turística, industrial y productiva, el resultado sigue siendo profundamente inconcluso.
Si paramos la pelota podríamos reflexionar y darnos cuenta de que el debate de fondo es qué Mar del Plata queremos. Si la del desarrollo, empleo y conocimiento, apoyada en el diseño de una ciudad universitaria, con industria local tecnológica, un Parque Industrial y un Puerto competitivos, que generen valor agregado y empleo. O una ciudad capital nacional del desempleo y la subocupación, que se conforma con trabajos temporarios y muchas veces informales que prometen infructuosamente en enero y febrero. En Mar del Plata, si levantamos la cabeza, aún podemos ganar el partido.

Camilo Rodríguez Derosa