“Para que todos juntos, trabajadores, estudiantes, hombres de todas las ideologías, de todas las religiones, con nuestras diferencias lógicas, sepamos unirnos para construir una sociedad más justa, donde el Hombre no sea lobo del Hombre, sino su compañero y su hermano” (Agustín Tosco)

Hace 50 años, el 29 de mayo de 1969, el pueblo cordobés se levantaba en su conjunto para repudiar el modelo económico impulsado por la dictadura de Juan Carlos Onganía y la falta de libertades democráticas.

La jornada había comenzado con un paro de activo de 36 horas como forma de resistir a un nuevo ajuste de la Dictadura, que esta vez apuntaba a cercenar una de las conquistas históricas del movimiento obrero: el sábado inglés (descanso laboral a partir del mediodía del sábado).

La jornada era impulsada por los trabajadores de Luz y Fuerza, SMATA, y UTA como principales actores de la movilización con sus miles de trabajadores encolumnados que apuntaban a unirse en el centro de la ciudad. A la convocatoria se habían plegado casi la totalidad de los restantes gremios, así como también los sectores estudiantiles y organizaciones barriales.

Cuando corrió de boca en boca la noticia de que las fuerzas policiales habían asesinado a Máximo Mena, obrero mecánico, la ciudad se convirtió en un hervidero. Con piedras, palos, bombas molotov y todo lo que encontraron a su paso, los miles de manifestantes desbordaron a las fuerzas policiales y tuvieron el control efectivo de la ciudad, lo que sólo pudo ser quebrado dos días después por la brutal represión desatada por el ejército en las calles.

Ese fue el principio del fin del Gobierno autoritario de Juan Carlos Onganía y el comienzo de un proceso de ascenso de las luchas de los trabajadores y trabajadoras en Argentina que iba a tener, en 1975, con las Coordinadoras Fabriles, su momento más alto.

En el Cordobazo, se hizo realidad en las calles la unidad obrero-estudiantil. El Cordobazo demostró que el pueblo unido en la calle es imparable. También, que son los mismos trabajadores quienes deben ser los protagonistas de su liberación. Y su expresión más emblemática, se vio representada en la figura del “Gringo” Agustín Tosco, dirigente máximo de Luz y Fuerza de Córdoba quien a partir de allí pasó a ser un referente nacional para el movimiento obrero combativo y revolucionario.

Tosco en un escrito desde la cárcel de Rawson definió aquella gesta de esta manera: “el Cordobazo es la expresión militante del más alto nivel cuantitativo y cualitativo, de la toma de conciencia de un pueblo en relación a que se encuentra oprimido y a que quiere liberarse para construir una vida mejor, porque sabe que puede vivirla y se lo impiden quienes especulan y se benefician con su postergación y su frustración de todos los días”.

Hoy ya han pasado cinco décadas de aquel movimiento histórico y a pesar de tantas derrotas y frustraciones que ha sufrido nuestro pueblo, el ejemplo de aquellos compañeros sigue vivo en la memoria colectiva. El nombre del “Gringo” Tosco sigue vivo las calles y da nombre a muchas de las agrupaciones sindicales que hoy apuntan a mantener viva esta tradición.

A modo de cierre de este pequeño homenaje a tantos compañeros que han peleado por hacer realidad la liberación de nuestro pueblo e intentando mantener en alto sus banderas, nos hacemos eco de las palabras del gran Osvaldo Bayer sobre el Gringo Tosco: “el mejor líder obrero que conocí en mi vida. Un hijo del pueblo”.