Los años pasan y no puedo dejar de recordar sus rostros de niñas. Ellas siguen acudiendo todos los días a los consultorios y a los espacios que ofrecemos.

A veces las acompañan sus madres, alguna tía, familiares cercanos cuando no hay madre y el que tenía que ser el padre no lo fue. Porque la visitaba por las noches. Todas las noches desde que tenía 3, 4, 5…Hasta que fueron adolescentes dicen ellas.

Cuando logramos conectarnos se ponen a jugar. Sí, como lo hacen las niñas. Muchas veces juegan a “la familia”. Vemos entonces que casi siempre son hijas cuidadas por una madre. También dibujan casas en las que se puede vivir. Deseos.

Sí, esos sí que son deseos. Como el de tomarse un helado, ir a la playa o a la plaza. Las más grandes quieren salir con las amigas, andar por el barrio, tener una pilcha nueva. O un perrito. La maternidad, esa construcción ligada a NINGÚN instinto está muy lejos de ser el proyecto de vida.

No se nos ocurrió a nosotrxs ésta idea. Cuando los cambios de paradigma abandonaron las teorías del instinto como sostén de las maternidades, dichas ideas fueron superadas por otras miradas y des-cubrimientos que oponían argumentos mucho más sólidos que están del lado de la verdad y de la realidad. Algo así como que no salimos de una costilla si se me permite la comparación por lo ridículo de los planteos y mandatos.

Pero volvamos a las niñez que con tanto desconocimiento y sin-vergüenza alguna nos “ilustra” la editorial.
Ah! las niñas era el tema. Bueno, sigo recordando los rostros, las manitos, sus sonrisas. Los juegos. Los abusos, las violaciones, los síntomas. A veces se hacen pis y caca encima.

Rompen, lloran. Tienen mucho miedo. Otras permanecen en el más absoluto y triste silencio. Ya no aprenden, dicen sus docentes. Habla otra vez como una bebé, cuenta la madre. Y se masturba todo el tiempo. Se imagina usted, “bestia editorial” que la nena se masturbe sin parar?

Eso también es instinto? Bueno, no. Es erotización temprana del cuerpo. Un cuerpito le diría que chiquito, flaquito o relleno. Que tiene que crecer. Pero si como usted dice, se prosigue con el embarazo producto de una violación (incesto), el cuerpito se infla (le cuento que varios autores/as coinciden en que en todo abuso hay un incesto inclusive aunque el victimario no sea un “familiar”).

Sí, se infla como un globo. No hay registro de lo que ustedes dicen que tiene. Enmudecen. Recuerdo que una de ellas hace muchos años no sabía como decirlo entonces me dio un papelito que decía: “mi papá me hace cosas feas y yo no quiero tener un bebé”.

No me extendería sobre la ley que rige desde 1921 y que intenta eludir. Que delincuente es usted que nos propone ignorar lo que forma parte de nuestros derechos. Seguro que si un pibe roba para comer lo quiere linchar.

Hay otra ley que ordena nuestra cultura que es la de prohibición del incesto. Le aviso por las dudas a ver si nos salen mañana en su diario diciendo que en una tribu de África todxs se acuestan con todxs y eso está bien.

Y finalmente nos digo que la NIÑEZ CON MAYÚSCULAS es el territorio por el cual transitamos alguna vez. Y que el mundo debería tener preparado para esa instancia un tren, el olor a pasto mojado, una muñeca de trapo, la pelota, un abrazo infinito, una película, galletitas con leche.

Canciones y una noche cálida para jugar en la vereda.

Yo se que a usted no le importa la niñez, pero a mí sí.

Patricia Gordon.