El semanario británico ‘The Economist’ publicó este viernes un editorial sobre el proceso de reestructuración de deuda y la negociación con el Fondo Monetario Internacional que está llevando a cabo la Argentina, en el que afirma que la deuda se aproxima al 90 por ciento del PBI y es “insostenible”. El artículo señala que el presidente Alberto Fernández y la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, “pretenden limpiar el desorden que heredaron”, y estima que una renegociación exitosa conducirá “a una reducción del capital e intereses”.

The Economist’ recordó que el organismo de crédito internacional encabezó en 2018 el vigésimo primer rescate al país y señaló que en el contexto actual están en juego una montaña de dinero y la credibilidad de la misión de Georgieva de reinventar el FMI. El Fondo es el mayor acreedor de la Argentina con 44 mil millones de dólares del total de deuda en moneda extranjera que la Argentina intenta renegociar, afirma la publicación.

Frente a la demanda de algunos acreedores de que el FMI recorte también sus acreencias, el artículo refiere que “el Fondo tiene el trabajo de prestar cuando otros no lo harán, y por lo tanto, tiene el derecho a insistir en que se le pague, incluso cuando a otros no”.

“El país está tambaleando por la caída del peso, reservas reducidas y una amarga recesión”, afirma el semanario británico, y recuerda el planteo del Fondo sobre que “el ajuste del cinturón requerido para pagar todas las deudas no es económica ni políticamente factible”.

El editorial afirma que, “en lo que tanto Argentina como el FMI coinciden, es en golpear a los acreedores privados, quienes a lo largo de los años han sido tan crédulos como los votantes y los tecnócratas del FMI”.

Resalta luego que “los acreedores se apilaron en la compra de los bonos soberanos argentinos a 100 años, emitidos en 2017, que ahora valen 42 centavos por dólar”. “La Argentina necesitará un nuevo préstamo para ayudar a pagar el viejo”, afirma ‘The Economist’, y señala que “se espera que el Gobierno presente el próximo mes una propuesta formal de reestructuración de la deuda”.

El editorial cuestiona que, mientras que en el pasado este tipo de programa implicaba préstamos a largo plazo en conjunción con demandas de austeridad, las autoridades argentinas “han estado haciendo lobby al Fondo y a los ministros de finanzas del G7 para que adopten un enfoque más blando que priorice el crecimiento”.

Esa postura coincide con “la ambición de Georgieva de refundar el FMI: en lugar de siendo el disciplinador de las finanzas globales”, haciendo “más por ayudar a los países pobres a crecer en el largo plazo”, describe.