Las facturas ya se ajustaron al nivel de 2001, pero la suba continuarA? el aA�o prA?ximo, a pesar de las promesas del Gobierno.
Mediando abril, con temperaturas de 25 grados y cuando todavA�a no llegA? ninguna de las facturas de gas del invierno, una rebelión interna dentro de Cambiemos sumada a grupos de la oposición intentaron trabar en el Congreso la agenda tarifaria. Apenas unos dA�as antes y con la inflación de nuevo en el tope de las preocupaciones en las encuestas, el propio Banco Central anuncia que la inflación se va a moderar a partir de mayo apelando al menor movimiento del dA?lar y las tarifas respecto de lo evidenciado en la primera mitad del aA�o.

Sin embargo, y si bien es cierto que la incidencia de los aumentos pautados a partir de mayo son menores, la agenda tarifaria todavA�a no terminA? y a dos aA�os y medio de gestión de Mauricio Macri resta poco mA?s de un tercio para cumplir el trayecto delineado.

Asimismo los aumentos son cada vez menores en tA�rminos porcentuales pero con una incidencia creciente en el bolsillo. Es que cuando arrancaron los incrementos, la cuenta de los servicios prA?cticamente se habA�a licuado y hoy ya no es asA�.

Dos nA?meros grafican esto. El primero es la incidencia estimada de las tarifas (transporte pA?blico, luz, gas y agua) en la canasta del A�ndice de precios al consumidor (IPC): de casi 9% en 2001 se redujo a menos de 2% en 2015 y alcanza hoy, despuA�s de los A?ltimos aumentos, a casi 7 por ciento.

El segundo es que a fines de 2015 el atraso tarifario era equivalente a 20% del salario real; dicho de otra forma, esa hubiera sido la caA�da del salario real en un ejercicio teA?rico donde los precios de los servicios se retrotraA�an a los de 2001 y todos los demA?s precios de la economA�a (incluidos salarios) se mantenA�an estables. Situación que evidentemente no es viable, sobre todo en una economA�a cerrada y en democracia, de ahA� la dificultad para corregir tarifas y bajar la inflación en simultA?neo.

Vale recordar que el cierre de la economA�a permitiA? en los hechos precios internos de los bienes muy por encima de los internacionales, dado que la protección permitiA? seguir trasladando buena parte del aumento en los costos, a precios internos y, en simultA?neo, sostener el empleo.

Parados en noviembre de 2015, mientras los precios de los servicios regulados en dA?lares eran 67% menores a los de fines de la convertibilidad, los precios de los bienes y de los servicios eran 33% y 27% mA?s altos.

Esto A?ltimo es mA?s complejo cuando se toma nota de que entre 2001 y 2015, la inflación de bienes en Estados Unidos fue prA?cticamente nula, mientras que la inflación de servicios ascendiA? a 43 por ciento.
Subir tarifas para reducir la cuenta de subsidios que en 2015 representaba un 80% del dA�ficit fiscal y, en simultA?neo, para devolverles rentabilidad a los sectores energA�ticos para reconstituir la oferta de energA�a que habA�a quedado menguada y reducir la demanda de dA?lares derivada de la importación de energA�a muy cara era imperioso.

La agenda fue en esa dirección, y la gradualidad incorporada despuA�s del tropiezo con la Corte Suprema de Justicia de la Nación en 2016 incluyA? senderos bastante agresivos que como siempre arrancan bien y en algA?n momento chocan contra la propia viabilidad polA�tica.

Parados a hoy, las seA�ales a la inversión son muy claras en algunos sectores donde las transferencias fueron significativas y menos claras en la producción de petrA?leo y gas, donde no es tan evidente el salto en la oferta.

Entre noviembre de 2015 y marzo de 2018, los precios de los servicios regulados subieron en dA?lares 75% y todavA�a resta un 70% adicional para volver a los niveles previos a la salida de la convertibilidad, mientras los precios de los bienes en dA?lares cayeron 13% y los de los servicios no regulados, 8%.

Colectivos, trenes, subte. Los precios del transporte pA?blico en el A?rea metropolitana de Buenos Aires (AMBA) costarA?n a��una vez incorporado el A?ltimo aumento anunciado para junio prA?ximoa�� en dA?lares la mitad que en 2001, con un costo de los combustibles locales 20% mA?s alto que el de la convertibilidad.

Precio de los combustibles que apenas liberado en septiembre pasado encontrA? un nuevo tope cuando el barril de petrA?leo escalA? a 67 dA?lares y acumularA�a un atraso en torno a 10%.

Los precios de la factura de gas y electricidad ya ajustaron en dA?lares a los niveles de 2001, y si bien en dos terceras partes de las facturas antes de impuestos (transporte y distribución) ya finalizaron las recomposiciones y se mantiene la promesa de actualización por inflación mayorista, en el tercio restante todavA�a restan aumentos por delante.

El nuevo sendero del precio del gas en boca de pozo incluye en promedio tres aumentos en dA?lares del 10% hasta fines de 2019 para llevar el precio del fluido a 6,38 dA?lares el millA?n de BTU (frente a los 4,68 dA?lares promedio que pagarA? la demanda despuA�s del aumento de este abril).

Los precios que paga en promedio la demanda por la generación elA�ctrica alcanzaba al 60% del costo en los meses de verano (donde el costo es estacionalmente mA?s bajo que en el invierno), cuando la promesa es que la demanda llegue a pagar en promedio el 90% del costo en 2019.

Si bien la incorporación de la palabra a�?razonabilidada�? en los aumentos en el fallo de la Corte Suprema eventualmente puede generar un nuevo traspiA� legal, luce que la negociación se va a destrabar en tA�rminos polA�ticos y seguramente se apelarA? a un razonable intento de moderar la estacionalidad en la factura de gas y eventualmente en alguna reducción en la alA�cuota de IVA.

Traba polA�tica. Lo que no es evidente es cA?mo continA?a el resto del sendero, sobre todo cuando las trabas polA�ticas se adentren en el aA�o electoral. El aA�o pasado, el transporte pA?blico en el AMBA no subiA? y los aumentos de octubre se patearon para diciembre. Es muy temprano para que arranque la carrera electoral, pero nuevamente la menor magnitud de los aumentos choca contra una incidencia de las tarifas en el bolsillo que ya no es despreciable y se combina con un incremento en la presión impositiva.

El desafA�o es cA?mo hace cada empresa en cada sector para sobrevivir al aumento en los costos derivado de la corrección de precios relativos.

Esto es lo que los economistas llamamos puja distributiva. Mientras los sectores beneficiados (servicios pA?blicos, ciertos segmentos de la energA�a, el agro y la agroindustria) festejan luego de aA�os donde estuvieron pisados por la polA�tica, los empresarios de los demA?s sectores pretenden mantener y/o limitar la caA�da de sus mA?rgenes (en algunos casos para compensar la caA�da en las cantidades), mientras los asalariados quieren preservar la capacidad de compra de los salarios.

Si todos logran sus pretensiones, la corrección de precios relativos no se produce y sA?lo se termina en un nivel de inflación mA?s alto. Y si se abre la economA�a para moderar los precios de los bienes en dA?lares, el resultado es un mayor desempleo. Y esta es la principal contradicción de la polA�tica econA?mica.

El cambio en los precios relativos no es inocuo en tA�rminos del escenario macroeconA?mico de corto plazo. Subir agresivamente tarifas para darles rentabilidad a los sectores energA�ticos y, en simultA?neo, corregir fiscalmente luce estar cerca del lA�mite.

a�?Queda por ver entonces qué va a restar de la polA�tica antiinflacionaria, cuando las tensiones presentes, generadas por los violentos cambios en los precios relativos de estos aA�os, puedan manifestarse como reclamaciones de reparación de los ingresos perdidosa�?.

La frase entrecomillada de cierre luce actual. No lo es. Es el cierre de un paper escrito por Adolfo Canitrot en 1978. Por suerte hoy estamos en democracia.

Por Marina Dal Poggetto
DIRECTORA ejecutiva de Eco Go Consultores.