Bajo el lema “Proteger la lactancia: una responsabilidad compartida” se llevan a cabo esta semana diferentes actividades alusivas a la promoción de la lactancia materna. La Dra. Gabriela Bauer, Directora de Salud Perinatal y Niñez en la Dirección Nacional de Abordaje por Cursos de Vida del Ministerio de Salud de la Nación, explicó los beneficios de la práctica y los aspectos sociales con los que se vincula.

Desde 1992, del 1 al 7 de agosto se celebra en más de 170 países la Semana Mundial de la Lactancia Materna, con la intención de fomentar esta práctica y mejorar la salud de los bebés.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud de la Nación recomiendan la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses de vida (sin incluir agua, jugos o infusiones, ni alimentos). Luego, comenzar a incorporar progresivamente alimentos apropiados para la edad, manteniendo la lactancia hasta los dos años o más. En el contexto de la pandemia de COVID-19 se sugiere mantener la lactancia, lavándose las manos y usando barbijo.

Para poder sostener la lactancia materna es necesario el apoyo de toda la comunidad: el acompañamiento de la pareja, la familia y todo el entorno, esto incluye la distribución de las tareas domésticas y de cuidado entre progenitores. A su vez, los ámbitos de trabajo y de estudio necesitan contemplar licencias por maternidad y por paternidad, espacios para la extracción de leche y horarios reducidos para disponer de tiempo para alimentar al bebé con leche materna en estos contextos.

Hay infinidad de mitos en torno a la lactancia. Algunos recolectados en el año 2015 mediante un estudio realizado por la Liga de la Leche Argentina van desde los cambios que provocan en el cuerpo: que necesariamente es doloroso dar de mamar, que las personas con pechos pequeños no pueden amamantar, que arruina el cuerpo de la mujer; que requiere de un cambio de hábitos como dejar de fumar y en la alimentación. Se cree también que las leches de fórmula protegen contra enfermedades y tienen anticuerpos. Se habla de que es algo común no tener suficiente leche o que no todas las mujeres pueden amamantar aunque se lo propongan.

En relación a los lactantes, perduran los mitos acerca de que los bebés no pueden crecer bien si solo se alimentan con la leche humana, que duermen menos si son solo alimentados con leche humana, que alimentar en forma mixta (leche humana y fórmula) es igual de seguro que alimentar solo con leche humana. En otro plano, se suele pensar que la práctica ata mucho a quien materna, interfiere con su vida social, que impide estudiar o incluso trabajar.

La lactancia no solo se relaciona con aspectos positivos de salud de quien recibe y quien brinda lactancia; muchos otros son los beneficios de su plena práctica:

Es ecológica: ya que no necesita medios de producción fabriles ni produce desechos; a su vez, para su administración no se requiere el uso de agua extra siendo este un recurso natural limitado.

Es costo-efectiva(aunque no gratuita): impacta positivamente generando personas menos enfermas que requieren menos medicamentos y menos consultas al sistema de salud. A su vez, ciertos estudios la asocian con un mayor desarrollo intelectual impactando a futuro en la posibilidad de la población amamantada de acceder a mejor calidad de vida.

Es soberana: porque es producido por la propia especie humana especialmente, para su descendencia. Se trata de producir tu propio alimento, de tus propias manos, de la propia “semilla” a la mesa, sin depender del mercado ni que esté predeterminado por la agroindustria.

Fortalece vínculos: entre pares que amamantan; entre redes sociales que se apoyan y acompañan en la tarea; entre quien amamanta y quien es amamantado estableciendo un vínculo de amor inquebrantable.

Fuente: Ministerio de Salud de la Nación