Desde el principio, y durante gran parte de lo que llevamos de pandemia, la Organización Mundial de la Salud (OMS), junto al resto de la comunidad científica global, han descripto las posibles vías de contagio por las gotas de tamaño más grande (con diámetros mayores a100 μm).

Estas gotas son emitidas principalmente al toser o estornudar y, al ser expulsadas con fuerza por la persona que tiene el virus, pueden viajar en distancias cortas como proyectiles directamente hasta la cara de otras personas, ingresando así a su cuerpo a través de la boca, la nariz, o los ojos.

Estas gotas más grandes llamadas gotas balísticas, son bastante pesadas y pueden ser depositadas sobre suelo o cualquier superficie dentro de los 2 m de la persona infectada, en unos pocos segundos. Tocar dichas superficies mientras el virus continúa activo y luego tocarse la boca, la nariz o los ojos propiciaría el llamado contagio por fómites.

Por este tipo de contagios es que existe la recomendación del lavado de manos frecuente (ya que el virus posee una envoltura que se destruye al entrar en contacto con líquidos jabonosos o alcohol), mientras que, para evitar el contagio por gotas dirigidas directamente de una persona a otra, las recomendaciones son la distancia social de dos metros y el uso de barbijos por parte de todas las personas.
Aerosoles o partículas pequeñas

Existen asimismo otro grupo de partículas más pequeñas, a las que un número grande y creciente de equipos de investigación en el mundo, incluidos centros de gran prestigio académico, identifican como una muy probable forma de contagio

Estas partículas, si bien son bastante mayores que el tamaño del virus, son mucho más pequeñas que las gotas antes mencionadas y, debido a su escaso peso, permanecen suspendidas en el aire durante largos períodos de tiempo (de hasta 3 horas), pudiendo asimismo viajar durante distancias mayores a 2 m. Estos son los llamados aerosoles, y su rol en la propagación del SARS-CoV-2 podría ser central, pudiendo explicar varios fenómenos epidemiológicos y situaciones de contagio masivo que se han registrado hasta el momento.

Los aerosoles cobrarían importancia como vía de contagio sobre todo en espacios interiores, en donde las permanencias prolongadas provocarían la acumulación progresiva del virus en el espacio común en donde respiran tanto las personas ya contagiadas como las que se contagian. Es por ello que el traslado de todas las actividades posibles al aire libre, la correcta y frecuente ventilación y/o filtración del aire (con filtros tipo HEPA), la distancia social, y el uso permanente de barbijos con buen ajuste minimizarían el riesgo de contagio por aerosoles.

Fuente: Red Argentina de investigadores e investigadoras en salud