Lula está “rabioso pero no abatido” tras conocer la segunda condena en su contra en la causa Lava Jato iniciada en 2014 por Sergio Moro. El fundador del Partido de los Trabajadores (PT) conversó este jueves por la mañana en la Superintendencia de la Policía Federal de Curitiba con su abogado Manoel Caetano.

Bajo la consigna “Lula Libre” el PT convocó a concentraciones en varias capitales brasileñas para repudiar la reciente, y al parecer apresurada, sentencia de doce años y once meses firmada por Gabriela Hardt. Esa jueza suplente de la primera instancia federal curitibana fue designada en reemplazo de Moro que desde el 1 de enero es el “superministro” de Justicia de Jair Bolsonaro.

En su fundamentación, Hardt sostuvo que el imputado fue culpable de corrupción pasiva y lavado de dinero por la refacción de una residencia de fin de semana en Atibaia, interior de San Pablo, que estuvo a cargo de las constructoras OAS y Odebrecht. Sin embargo, en el mismo escrito, la magistrada admitió no tener elementos para probar que la quinta fuera propiedad de Lula, lo que derrumba la argumentación de la pena de esta jueza ligada al ministro de Justicia de Jair Bolsonaro.

Entre paréntesis: Bolsonaro dijo, en uno de sus últimos discursos de campaña en octubre pasado, que si fuera electo Lula iba a “pudrirse” en la prisión. La nueva decisión judicial autoriza a sospechar que la decisión política del flamante gobierno es que se cumpla aquella amenaza de campaña.

Este jueves el ex tornero mecánico y dos veces mandatario cumplió diez meses en la Superintendencia de la Policía Federal, donde purga doce años y 1 mes de arresto. La suma de las dos penas suman 25 años de encierro para el líder de 73 años.

El fallo sobre la quinta de Atibaia se divulgó justamente cuando el imputado fue “candidateado para el Nobel de la Paz por más de medio millón de respaldos”, apuntó un comunicado del PT.

Allegados al jefe petista comentaron al diario Folha que el escrito de la jueza Hardt presenta errores de digitación e imprecisiones, entre ellos la invocación de un mismo delator con dos nombres distintos. El apuro se atribuye a la intención de enlodar al prisionero cuando está en la recta final de la carrera al Nobel, postulación lanzada por el argentino Adolfo Pérez Esquivel.

“No creo en el actual gobierno brasileño ni en su sistema de justicia, no hay ninguna garantía sobre la vida de Lula, este es el miedo y la preocupación que tenemos”, declaró esta semana el Nobel argentino al periódico español Público.

Trascendió que el detenido podría ser trasladado a una cárcel común, algo que nunca ocurrió con un ex presidente brasileño. No será la primera decisión abusiva en su contra: el mes pasado se le prohibió ir al velorio de su hermano y antes de ello fue impedido de votar y conceder entrevistas a la prensa, pese a que son actividades permitidas por la ley.

Brasilia-P12