Rocío Villarreal, la sargento que fue herida durante el golpe comando a la comisaría de San Justo, se ocupa de darles esperanzas a su familia y a los médicos mientras lucha por volver a caminar. El director del Centro Médico Fitz Roy, Mario Schusterhoof, dijo que “su estado de salud en general es muy bueno”, aunque aclaró que “el futuro es incierto”.

Además, reveló que la actitud de la policía lo hizo emocionar. “Estuve una hora con ella y me dijo una frase que es para destacar: ‘Doctor, no se preocupe, lo importante es que estoy’. Eso nos llena de orgullo y satisfacción y nos da esperanza hacia el futuro, porque es un apoyo a nosotros y a ella”, contó.

Una bala le atravesó a Villarreal el hígado, el riñón, el diafragma, el pulmón y le destrozó una vértebra de la columna, pero ella mantiene el ánimo. La sargento fue operada el jueves para “limpiar” la zona afectada y revisar si tiene algún compromiso en la médula, ya que sus piernas siguen sin responder a los estímulos.

“El estado de salud en general de Rocío es muy bueno, excelente. El post operatorio también. Siente algo de dolor, está con analgésicos. Empezó con una dieta por boca, los parámetros están normales. Por supuesto, sigue el tema de la médula”, explicó Schusterhoof en la puerta de la clínica. Y aclaró que “todo lo que no sea médula -que quedó dañada- evoluciona muy bien”.

El médico relató que le explicó a la policía que tendrá que hacer un tratamiento larguísimo y con mucho esfuerzo. Y concluyó: “Estoy asombrado de cómo recibió todo esto, lo bien que se encuentra, lo colaboradora. Me agarró la mano, nos agradeció a todos por como actuamos”.

A Rocío Villarreal le dispararon el 30 de abril, cuando al menos cuatro personas armadas y vestidas con gorras y camperas negras de policías llegaron a la seccional de San Justo a bordo de un auto gris. La única herida fue la sargento, que tuvo que ser trasladada al hospital.

La principal hipótesis es que Ludmila Bustamante, la principal acusada, planificó el ataque para liberar a su pareja, el narcotraficante Leandro Aranda. Estaba preso desde el 25 de agosto de 2017 acusado de matar de cinco disparos en la cabeza a Nicolás Ojeda, otro delincuente que se quedó con 70 kilos de cocaína que eran de él. Por el hecho hay otros seis detenidos.