Con la asunción de Tim Davie, la BBC promete cambiar de rumbo, instaurando una fuerte censura entre sus periodistas con el latiguillo de la “imparcialidad”.

Tim Davie, antiguo director ejecutivo de BBC Studios, acaba de reemplazar a Tony Hall como director general de la BBC, el multimedios más grande del Reino Unido y sin dudas uno de los más importantes del mundo, tanto por la cantidad de producción como por su calidad.

Pero la conducción de Davie parece arrancar con polémicas, dado que se ha comprometido a imponer un nuevo régimen laboral para sus miles de empleados que, incluso, irá más allá del horario de trabajo. Por ejemplo, anunció que prohibirá a sus periodistas que se expresen por las redes sociales, siquiera ‘a título personal’.

El nuevo jefe anunció el jueves a sus empleados que uno de sus objetivos será la imparcialidad de la cadena, y para ello pretende quitar de la plantilla laboral a aquellos periodistas que, aún en sus horas libres, quieran ser “columnistas o militantes partidarios en las redes sociales”.

“Si querés ser un columnista de opinión o un militante partidario en las redes sociales, es una elección válida, pero no deberías trabajar en la BBC”, dijo Davies a los trabajadores de la BBC en su discurso de presentación, pulverizando de entrada todo atisbo de libertad de expresión.

Pero no se trata solo de cercenar la libertad de opinión de los periodistas; la nueva política de la BBC promete ir en línea con la gestión de Boris Johnson y la mayoría parlamentaria conservadora que gobierna el Reino Unido desde julio del año pasado.

De hecho, en declaraciones a la prensa Davie prometió terminar con lo que es casi una institución británica: los programas de humor ácido que, habitualmente, tienen como objeto de burla los poderes ingleses, desde el primer ministro hasta el Parlamento.

El latiguillo sigue siendo la “imparcialidad”, por lo que el ejecutivo llevará adelante una política tendiente a instalar en la BBC una comicidad “más sana” y alejada de cualquier activismo antigubernamental. Habrá que ver si el público y sus trabajadores lo toleran.