Se trata del compuesto 2C-E, un poderoso alucinógeno que viene en cartones y que fue peritado por el Laboratorio Químico de la fuerza bonaerense.
Sintetizada a fines de la década del ’70 por el célebre químico Alexander Shulgin -autor de libros como PiKHAL y TIKAL y considerado el padre de las drogas sintéticas contemporáneas- la anfetamina 2C-E siempre fue un compuesto un poco misterioso, escaso, una droga más en un catálogo que jamás termina de expandirse. Conocida como Aquarust en el mercado de dealers europeos, la 2C-E es un fuerte alucinógeno capaz de crear una percepción aumentada de colores y sonidos, un flash quizás mayor que el del LSD. Se comercia de la misma forma, incorporado en pequeños cartones, sumamente fácil de traficar.

Sitios de consumidores de químicos hablan de efectos psicodélicos intensos y placenteros y de efectos secundarios como nauseas e insomnio, con viajes extendidos por hasta 12 horas y fuertes contraindicaciones para pacientes psiquiátricos. Hubo algunos episodios desagradables con el compuesto como protagonista, como una intoxicación masiva en una fiesta de sanadores alternativos en Handeloh, Alemania, no muy lejos de Hamburgo, en septiembre de 2015, 29 terapeutas hippies que terminaron rodando en el pasto, gimiendo.

El 2C-E es un misterio para la cultura psicodélica argentina. Nunca fue incautada por ninguna fuerza de seguridad nacional, hasta ahora.

Ayer por la mañana, una pericia de test Marquis hecha por la división Cromatografía en el Laboratorio Químico de la Policía bonaerense en La Plata confirmó la aparición del 2C-E en una serie de troqueles enviados por la UFIJ Especializada en Drogas Ilícitas de Pilar, un lote de tres planchas de 25 troqueles cada una que fueron incautados a un joven. “Son cosas nuevas, raras. El 2C-E recién fue identificado en Chile y Colombia en 2016 y 2017, no figura en las bases de datos de Brasil y Uruguay”, asegura una fuente que es parte de la investigación.

El foro Argenpills, en donde usuarios de nuevas drogas en el país comentan sus experiencias con cartones y pastillas y que funcionó como un mapa para rastrear la creciente oferta de sintéticos luego de la tragedia de Time Warp, no la menciona. Nadie asegura tenerla, nadie pide información. Hay un posteo en Argenpills de mayo de este año en donde se muestran cartones con la marca Zig-Zag, idénticos a los incautados y testeados por la Bonaerense. Quienes la probaron tratan de adivinar de qué sustancia se trata sin administrarle un test reactivo. “No es LSD”, asevera un consumidor.

La Bonaerense alertó al SEDRONAR de la aparición de la droga. La aparición de la droga misma también debería servir como una alerta para los consumidores, un posible “gato por liebre” en el mercado local del LSD.

No es la primera vez que un compuesto similar irrumpe en la escena. El NBOM-25, otro químico distribuido en cartones ya conocido en el negocio nocturno, fue incorporado dos años atrás al decreto de la Ley de Drogas que detalla las sustancias consideradas como estupefacientes ilegales en el país.

El 2C-E, en términos jurídicos, tiene una particularidad: no está en el decreto. Por ende, no sería ilegal. No sería la primera vez que un faltante en la lista beneficia a un narco.

En 2013, el español Francisco Ribas Rocher fue detenido por la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la PFA acusado de producir pastillas a gran escala en una pequeña pieza sobre un gimnasio de la calle Viamonte, en la ciudad de Buenos Aires, con una comprimidora monodosis y un montón de lactosa.

El componente activo resultó ser la metilona, un substituto barato del MDMA propio del éxtasis, con efectos mucho menos agradables. El juez del caso, Norberto Oyarbide, lo sobreseyó porque la metilona no estaba incluida en la Ley de Drogas. La PROCUNAR bajo el fiscal Diego Iglesias apeló la decisión y logró revertirla.

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