El Senado francés aprobó en la noche del sábado la polémica reforma del sistema jubilatorio impulsada por el presidente Emmanuel Macron, que ahora queda a un paso de su sanción pese a multitudinarias protestas en su contra.

La votación fue un paso clave para la puesta en vigor de la reforma que eleva la edad jubilatoria de 62 a 64 años, que aún debe ser votada en la Asamblea Nacional, la Cámara Baja del Parlamento francés, esta semana.

“Se dio un paso importante”, declaró la primera ministra Elisabeth Borne, después de que 195 senadores votaran a favor y 112 en contra.

“A pesar de los intentos de obstrucción por parte de ciertos grupos, el debate democrático se llevó a cabo”, señaló.

Borne aseguró que el Gobierno “seguirá poniendo (su) energía con todo” para ir “hasta el final del proceso democrático y que este texto sea votado”, informó la agencia de noticias AFP.

Los sindicatos convocaron una protesta ayer con la esperanza de atraer a más trabajadores y aún esperan forzar a Macron a dar marcha atrás.

Según el Ministerio del Interior, 368.000 personas se manifestaron en Francia, 48.000 de ellos en París.

La cifra es inferior a la del 16 de febrero, el día que menos movilizó a la ciudadanía desde el inicio del movimiento de protesta a finales de enero.

Ese día, el ministerio dio parte de 440.000 manifestantes en todo el país, 37.000 en la capital.

El sindicato CGT cifró sin embargo en más de un millón los manifestantes de la protesta ayer, 300.000 de ellos en París. El 16 de febrero, eran 1,3 millones a nivel nacional y también 300.000 en la capital.

Según los sondeos, dos de cada tres franceses se oponen al plan del Ejecutivo de retrasar la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030 y de adelantar a 2027 la exigencia de cotizar 43 años (y no 42 como hasta ahora) para cobrar una pensión completa.

El rechazo se plasmó en las protestas, pero también en huelgas en los transportes y el sector de la energía.

“Es la recta final”, dijo Marylise Leon, la secretaria general adjunta del sindicato CFDT. “Todo se juega ahora”, declaró en una entrevista a la emisora Franceinfo.

La tensión sobre la reforma alcanzó su máximo nivel esta semana tras las negativas de Macron a reunirse con los sindicatos, lo que provocó un “gran enfado”, según Philippe Martinez, líder del sindicato CGT.

“Cuando hay millones de personas en las calles, cuando hay huelgas y todo lo que obtenemos de la otra parte es silencio, la gente se pregunta: ¿Qué más tenemos que hacer para que se nos escuche?”, dijo, pidiendo un referéndum sobre la reforma.

“Ya que está tan seguro de sí mismo el presidente de la República, debería de consultar al pueblo. Veremos cuál es la respuesta del pueblo”, propuso.

“Imploro a quienes dirigen este país que salgan de esta forma de negación del movimiento social”, insistió su homólogo de la CFDT, Laurent Berger.