Martín Santiago Del Río, el presunto parricida de Vicente López, intentó instalar en su indagatoria y en las testimoniales anteriores a su detención, a varios sospechosos con los que supuestamente su familia tenía conflictos y, entre ellos, nombró a un exfutbolista de Vélez Sarsfield, a una mujer que les vendió una Ferrari, a un escribano y a “Nina”, la empleada que estuvo 13 días detenida por el caso.

Tres son las testimoniales que el principal sospechoso del doble crimen brindó ante los investigadores desde que 00y en ellas apuntó contra varias personas con los que especialmente su padre, o él como continuador de sus negocios, tenían litigios comerciales.

En su testimonial del 2 de septiembre último -a la que accedió Télam-, cuando los fiscales le preguntaron por algún conflicto que pudiera motivar el doble asesinato, habló del automóvil de lujo Ferrari que los investigadores secuestraron en la cochera del edificio Forum Alcorta del bajo Belgrano donde él había alquilado un departamento.

“Papá había comprado una Ferrari hará siete años atrás. Esa Ferrari se la paga en 12 cuotas de 10.000 dólares. Cuando termina de pagarla, la mujer que importó la Ferrari pidió su quiebra, entonces dijo que no le podía transferir el auto. Entonces mi papá le dijo ‘te compro otra Ferrari 456 año 2003, en 30 cuotas’, le pidió que se la transfiera y que le haga una prenda de garantía”, explicó el ahora imputado.

Y continuó: “Se la terminó de pagar pero no se había inscripto la prenda. Entonces me denuncia por estelionato y hace una ejecución de prenda comercial, cosa que ganamos las dos”.

Del Río agregó que la Ferrari recién la recuperaron “seis días antes del hecho”, en referencia al crimen.

Pero en aquella testimonial que tiene 24 fojas habló de un exfutbolista, defensor, que se destacó como jugador en el club Vélez Sarsfield, también jugó en la liga mexicana y en un equipo de la primera división de España, cuya identidad, pese a haber sido nombrado ante la Justicia por el hoy detenido, se va a resguardar.

Del Río explicó que cuando este exjugador se retiró alquiló una casa al lado de lo de su hermano, en el country Nordelta de Tigre, y que un día les dice: “Quiero comprar un garaje”.

Contó que tras un primer intento frustrado con un garaje en la calle Río de Janeiro y Díaz Vélez, siguieron buscando y le consiguió en avenida Varela al 200 de Flores, “una propiedad muy grande que era una vieja imprenta”.

“Cuando vamos a tomar posesión me dice: ‘¿Yo qué hago con esto?’. Y le digo ‘armemos un garaje’, y mi papá le dice ‘yo plata no tengo, ¿te lo puedo pagar en 10 años?’, y dijo que sí”, declaró Del Río.

Explicó que a los pocos días le alquilaron la propiedad por 20 años al Colegio Limerick, bilingüe y de origen irlandés, y que el futbolista retirado le dijo “vos me estás pagando con la mía”, que “se enojó” y “le envió una carta documento al colegio diciendo que le tenían que pagar a él porque es él el propietario”, lo que generó que el alquiler que pagaba el colegio quedara en consignación en un juzgado.

“Él no entiende que vendió. Y me niega todos los pagos que yo le hice”, dijo Del Río, quien además acusó al exfutbolista de Vélez y a su entorno de presionarlos con mensajes al celular e incluso contó que el novio de la hija del exdefensor los “filmó” mientras caminaban por el centro comercial del country Nordelta.

“Al día de hoy, le debemos 1.200.000 dólares que hay que empezar a pagar a partir del 2024 por cinco años más y ahí debería escriturar la propiedad”, dijo.

Otro apuntado por Del Río fue un escribano -su identidad también se resguarda-, que según dijo, comenzó a ser consultor de su padre “en todo lo que tenía que ver con contratos de locación, certificaciones de firma y revisaba garantías”.

“Un día, en uno de los contratos le dice a papá que quiere asociarse con él, y mi papá le dice que en el próximo negocio que saliera él lo asociaba. Así es que sale el galpón de la calle Gualeguay 1.130, e iban a poner 50 y 50 cada uno”, señaló el ahora acusado de parricidio.

Explicó que en aquella operación el escribano finalmente le propuso, en vez de asociarse, un préstamo de dinero “en un mutuo”, y que era a pagar en 36 cuotas de 7.000 dólares.

“Mi papá no le terminó pagando, y le dijo que lo esperara. Un día se pelea con papá e inicia la ejecución del mutuo, ese es el último conflicto que tuvo”, agregó.

La cuarta señalada como sospechosa, aunque no por conflictos comerciales, fue María Ninfa “Nina” Aquino (64), la empleada que trabajaba hace 12 años en la casa de sus padres, quien halló los cadáveres y a quien Del Río incriminó, entre otras cosas, diciéndole a los fiscales que la billetera de cuero -él le dice “misal” porque su madre tenía allí estampitas-, que le encontraron en su domicilio era donde se guardaba la llave de la caja fuerte, lo que hizo que la mujer estuviera casi 13 días detenida como presunta “entregadora”.

Incluso, ya en su indagatoria del jueves pasado, con Aquino liberada y él detenido, insistió con las sospechas hacia “Nina”: “Nos sorprendió con la vaina que encontró después de estar dos horas y media ahí”, dijo y agregó: “Todos empezamos a sacar conjeturas”.

“Nina no vio que estaba todo revuelto, no vio que las cortinas estaban abiertas, la mesa seguía puesta, el desorden era impresionante, dijo que estaban durmiendo, y no podían estar durmiendo con la televisión a todo lo que da como estaba”, especuló.

“A todos les dijo que estaban durmiendo, 8.54 la llama a Blanca dice, le comentó esto y le dice que vaya a ver el garaje, y ahí se encuentra supuestamente con mis padres fallecidos abajo. Los ve, cierra la puerta con llave, la cuelga y apaga la luz. Son todas actitudes que no puede darse cuenta. ¿Y por qué me manda un mensaje a las 9 a mí? Porque a las 9 dejaba de estar sola y venía Blanca la enfermera de mi padre”, dijo el imputado.

Del Río hijo fue detenido el miércoles pasado como autor de un presunto doble parricidio, y quedó imputado por “doble homicidio cuádruplemente calificado por el vínculo, la alevosía, por criminis causa y por el uso de arma de fuego”, delito que prevé como única pena la prisión perpetua.