En el Gobierno, adjudican la fuerte conflictividad callejera de los últimos días a las diferencias entre los movimientos sociales y al clima electoral. Sin embargo, la interna que existe en el Ministerio de Salud y Desarrollo Social complicó la búsqueda de un acuerdo con los diversos sectores que presionan en las calles para ampliar la ayuda alimentaria, terminar con la baja de planes, lograr una ampliación de la cobertura y ajustar los valores ante el deterioro inflacionario.

Existe una puja interna entre el sector “político” y el “empresario” que trasvasó los límites de la cartera y motivó problemas con las organizaciones sociales. Por un lado, está Matías Kelly, secretario de Economía Social, el impulsor de una serie de “condicionalidades” para los planes sociales, al que se lo sindica como el responsable de miles de bajas que pusieron a los movimientos en acción y alteraron la paz social. El funcionario viene del mundo empresario y de las ONG y llegó al cargo apadrinado por el ex vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, a quien conoce por el trabajo conjunto en la filial argentina de la ONG Ashoka, que promueve emprendimientos sociales.

En la otra esquina está la rama política a cargo de Carlos Pedrini, secretario de Articulación de Política Social, y Fernando Reggio, subsecretario de abordaje territorial y principal negociador con las organizaciones piqueteras. De origen peronista, Reggio trabajó en la Cámara de Diputados con legisladores justicialistas pero luego se acercó al PRO con el diputado Alvaro González.

Cuando se armó la cartera social, Reggio se sumó por invitación de Pedrini al equipo que comanda Carolina Stanley. Su rol creció a partir de la creciente conflictividad y esta semana se reunió con un amplísimo espectro de organizaciones sociales con el objetivo de garantizar la paz social en un momento delicado.

En los movimientos sociales han puesto el foco en la gestión de Kelly y lo responsabilizan por la creciente conflictividad. Dos protestas del Triunvirato de San Cayetano han sido dirigidas a su despacho, ubicado en Plaza San Martín. Además, el dirigente del MTE y la CTEP Juan Grabois le dedicó fuertísimas críticas en una columna publicada en Infobae. Dijo de él que “es un hipster coolsin la más mínima trayectoria ni capacitación, que llegó al cargo por su capacidad para lamer las botas y obedecer órdenes de sus superiores”.

Dirigentes sociales consultados por este medio también lo apuntaron como el funcionario que cuestionan por la decisión de imponer condiciones que muchas veces no se pueden cumplir. Por ejemplo, señalan que se demanda escolaridad cuando no hay vacantes disponibles y se cerraron escuelas para adultos. En el caso de Reggio, por su parte, indican que fue el que se comprometió a destrabar la situación con una suerte de amnistía que sería central para un acuerdo, aún por cerrar en los detalles, que busca terminar con la conflictividad en las calles que estalló en los últimos días.

Por Antonio Tomás