El poderoso sindicato United Auto Workers (UAW) anunció el comienzo de una huelga en tres fábricas de automóviles de Estados Unidos, que paralizará las tareas de más de 12.000 trabajadores, luego de que no prosperaran las negociaciones paritarias por salarios y condiciones laborales, en una medida de fuerza que podría desestabilizar el sector e incluso la economía nacional, pero que recibió el respaldo del presidente Joe Biden.

La huelga, iniciada anoche, “comienza en las ‘Tres Grandes'”, escribió el UAW en las últimas horas en la red social X (antes Twitter), en referencia a General Motors, Ford y Stellantis, que controla a la marca Chrysler.

Los tres centros afectados son las instalaciones de montaje de Wentzville, en Misuri, para General Motors; Toledo, en Ohio, para Stellantis, y Wayne, en Michigan, para Ford, que suman en sus líneas unos 12.700 afiliados al sindicato.

En dos meses de negociaciones, los representantes del UAW y los líderes de las “Tres Grandes” no lograron ponerse de acuerdo sobre el contenido de un nuevo convenio colectivo de cuatro años.

“Estamos lanzando una nueva estrategia”, había anunciado anoche Shawn Fain, presidente del sindicato, dos horas antes de que venciera el plazo para alcanzar el acuerdo, informó la agencia de noticias AFP.

El sindicato exige un aumento salarial del 36% en cuatro años, mientras que el ofrecimiento de los tres fabricantes estadounidenses no superó el 20%, según el líder sindical, en un país en el que la inflación persiste.

Los históricos gigantes de Detroit también se negaron a conceder días adicionales de vacaciones y a aumentar las pensiones, proporcionadas por fondos específicos de cada empresa.

Fain instó al total de casi 146.000 miembros del gremio a estar preparados para sumarse al paro en función de cómo avancen las negociaciones, y advirtió que UAW no dudaría en prolongar la huelga.

El líder sindical había dicho anteayer que advirtió a las empresas “que el 14 de septiembre (a medianoche) es una fecha límite” y aseguró que no permitirían que “los Tres Grandes sigan prolongando las discusiones durante meses”.

Biden, que anoche habló por teléfono con Fain y los dirigentes de las automotrices para hacer balance de las negociaciones, respaldó hoy el reclamo de los trabajadores, al asegurar que las “ganancias récord” de los fabricantes de automóviles deben repartirse de forma “justa”.

“Esas ganancias récord no se han compartido de manera justa” con los empleados, expresó Biden en una declaración en la Casa Blanca, instando a un acuerdo que sea “justo y beneficioso para ambas partes”.

Ford, que se había quejado de la lenta respuesta del sindicato a su última oferta, recibió una contraoferta, cuyas condiciones describió como “insostenibles” y anunció que la empresa había “negociado de buena fe en un esfuerzo por evitar una huelga”.

La empresa “sigue absolutamente comprometida a alcanzar un acuerdo que recompense a nuestros empleados y proteja la capacidad de Ford para invertir en el futuro a medida que avanzamos en la transformación de toda la industria” hacia los vehículos eléctricos, declaró.

Ayer el jefe de Ford, Jim Farley, acusó en la cadena de noticias CNBC a Fain de estar “ocupado preparando una huelga” en lugar de “negociar el contrato” en momentos en que estaba a punto de expirar.

El mismo día, un vocero de General Motors informó que por la mañana se había enviado una nueva oferta al UAW.

“Seguimos participando en negociaciones directas y de buena fe”, aseguró, al tiempo que agregó que “cualquier interrupción tendría consecuencias negativas para nuestros empleados y clientes”.

Por su parte, Mary Barra, directora de GM, defendió las propuestas de los fabricantes, que incluyen “no sólo un aumento del 20% del salario bruto, sino también una participación en los beneficios, una asistencia sanitaria de clase mundial y varias características más”.

La compañía Stellantis, en tanto, señaló en un comunicado estar “extremadamente decepcionada por la negativa de los líderes del UAW a comprometerse responsablemente para llegar a un acuerdo justo”.

Según la consultora Anderson Economic Group (AEG), una huelga de diez días podría representar más de 5.000 millones de dólares en ingresos perdidos para la economía estadounidense.