Mientras que Cayetano Santos Godino saltó a la luz como el primer asesino serial de la historia argentina del siglo XX; el respetable hacendado de Azul, quien mató a seis familiares y a dos peones, puede denominarse como el “decano” de los homicidas múltiples nacionales.

En diciembre de 1912 saltó a la luz la encanijada figura de Cayetano Santos Godino, de 16 años, quien pasó a la posteridad como “El Petiso Orejudo”.

Tras ser arrestado por el asesinato del niño Josueldo Giordano, al que mató clavándole una tachuela en el cráneo, se descubriría que, con anterioridad, les había quitado la vida a otros dos infantes, además de incurrir nada menos que en siete intentos de homicidio y ser un pirómano compulsivo.

Tales cualidades lo convirtieron en el primer asesino serial de la historia argentina del siglo XX.

A la vez pasó a ser un ícono lombrosiano, puesto que sus asimetrías físicas cuajaban con las teorías del positivismo criminológico, muy de moda por aquella época. Tanto es así que, ya preso en la prisión de Ushuaia, fue utilizado como una especie de conejillo de indias, dado que los especialistas habían llegado a la conclusión de que en sus orejas se encontraba depositada su maldad. En consecuencia, lo sometieron a una cirugía estética. El resultado: una apariencia más agraciada, aunque sus perversiones quedaron intactas.

En 1944, aún alojado en aquella cárcel del fin del mundo, no pudo con su genio, y mató al gatito de los presos. Y ellos lo lincharon.

En el penal de Tierra del Fuego, Banks concedió una entrevista al diario Crítica.

En el penal de Tierra del Fuego, Banks concedió una entrevista al diario Crítica.

 

Mateo Banks, decano de los asesinos múltiples nacionales.

Mateo Banks, decano de los asesinos múltiples nacionales.

Por su parte, el decano de los asesinos múltiples nacionales fue Mateo Banks.

A los 50 años, este respetable hacendado de la localidad bonaerense de Azul, casado con Martina Gainza y padre de cinco varones, era presidente de la Liga Popular Católica y acostumbraba a portar el palio en las procesiones. También fue cónsul honorario de Gran Bretaña, socio del Jockey Club y un insigne miembro del Partido Conservador.

Pero también era un jugador empedernido, no solía honrar sus deudas, mantenía un tren de vida superior a sus ingresos y hasta falseó una declaración de bienes para obtener un crédito. O sea, estaba al borde de la bancarrota.

De modo que, por ambiciones hereditarias, el 18 de abril de 1922, mató a seis familiares suyos y dos peones.

Su siguiente escala fue también el penal de Ushuaia, en donde adquirió el simpático alias de “Mateocho”. Permaneció allí por 27 años.

Al salir en libertad, fue trasladado a la ciudad de Buenos Aires. Allí se alojó en una pensión del barrio de Flores.

Al disponerse a disfrutar de su primera noche porteña en libertad, se dio una ducha. En tales circunstancias, resbaló con el jabón. Su cadáver fue hallado en la mañana siguiente.

Con posterioridad, durante los últimos 50 años, los casos de asesinos seriales y múltiples no fueron muy profusos, aunque sí resonantes.

Banks mató a seis familiares suyos y dos peones: siete de los ocho féretros alineados en el cementerio de Azul.

Banks mató a seis familiares suyos y dos peones: siete de los ocho féretros alineados en el cementerio de Azul.

Por Ricardo Ragendorfer-Telam