El gobierno de Mauricio Macri culminó su gestión con una devaluación de casi 550%. El salto de la divisa en los cuatro años de Cambiemos al frente del Ejecutivo superó incluso el incremento del 300% registrado en la inflación y provocó un deterioró en los salarios que, salvo contadas excepciones, vieron caer lentamente su poder adquisitivo.
A pocos días de su llegada a la Casa Rosada, el exmandatario puso en práctica una de sus principales promesas de campaña: eliminar las restricciones a la compra de moneda extranjera que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner impuso en 2011 ante la escases de dólares.

El miércoles 16 Diciembre de 2015, apenas una semana luego de asumir, Macri dio la orden al por entonces ministro de Hacienda Alfonso Prat Gay de liberalizar el acceso al mercado de cambios y permitir la compra de hasta u$s2 millones por mes. El dólar que en su cotización oficial oscilaba entorno a los $9,75 registró su primera devaluación en la era Cambiemos: saltó 30% y pasó a $13,95.

Con el correr de los meses y mediante el régimen de “flotación sucia” – comprando y vendiendo dólares de acuerdo a la necesidad circunstancial – el gobierno administró las divisas principalmente con el ingreso de dólares provenientes de la deuda: entre diciembre de 2015 y junio de 2016, el Sector Público no Financiero y el BCRA se endeudaron por un total de u$s37.000 millones.

El primer año de gestión transcurrió con el “billete verde” apenas registrando una suba que lo llevó a cotizar $16,17 para diciembre de 2016, mientras que 2017 registró apenas una variación de 14% hasta valer $18,95 para fin de año.

El momento crítico para el gobierno comenzó en mayo de 2018. En aquel entonces, los mercados internacionales optaron por cortar el suministro de deuda a la Argentina y rápidamente el impacto se sintió en la divisa estadounidense. Durante el quinto mes del año comenzó su escalada desde los $20 hasta superar los $41,94 registrando una devaluación superior al 100% para luego establecerse en los $38,83 en diciembre de 2018.

Ante la incontrolable suba del dólar producto de la fuerte escases de divisas, el Gobierno acudió al Fondo Monetario Internacional para obtener financiamiento con el objetivo de solventar la creciente demanda de divisas generada principalmente por la fuga de capitales, sin tener que recurrir a un cepo cambiario.

Los desembolsos realizados por el FMI tras el acuerdo “Stand by” permitieron al Ejecutivo contener el dólar entorno a los $46 durante el primer semestre y con ello el Gobierno pudo transcurrir la primera etapa del intenso año electoral en medio de una calma escenificada tanto para las miradas externas como para los votantes. La salida de divisas continuó pero la venta de dólares por parte del BCRA permitió regular su cotización.

Sin embargo, la falsa tranquilidad duró poco y la barrera de contención al dólar llegó a su fin en las PASO de agosto a partir de la derrota de la fórmula de “Juntos por el Cambio” compuesta por Mauricio Macri – Miguel Ángel Pichetto frente al tándem del “Frente de Todos” formado por Alberto Fernández – Cristina Fernández de Kirchner. Apenas 12 horas después de conocerse los resultados de la primaria, el dólar registró un salto del 18% de $46,55 a $57,30.

Con el objetivo de revertir el revés electoral, el exmandatario optó por reintroducir la restricción cambiaria para compra de divisas con un tope de u$s10.000 con el fin de calmar la devaluación y permitir reconstruir el capital electoral de cara a las elecciones de octubre.

Sin embargo, las medidas no alcanzaron y el dólar siguió su tendencia alcista hasta finalmente tocar los $65 en la previa de las elecciones presidenciales. Con la derrota consumada ante la fórmula Fernández-Fernández, el expresidente dio paso a la transición y a partir del consenso con el actual mandatario redobló el cepo cambiario hasta los u$s200 limitando así la salida de dólares.

La gestión de Mauricio Macri al frente del Ejecutivo culminó con un alza total del 550% en el valor del dólar. La eliminación del cepo y el fuerte endeudamiento impactó en las reservas y en la escasa disponibilidad de divisas obligó, sobre el final de la gestión, a la reimposición de la restricción cambiaria, tan criticada por la anterior administración. Los salarios, los grandes perdedores.

amfin