Según informó Cancillería, todavía quedan más de 23 mil personas que esperan volver a la Argentina.
Desde que se limitó el ingreso al país el 16 de marzo, el asunto de los argentinos varados en el exterior pasó a ser uno de los principales debates alrededor de las políticas para contener el avance del Covid-19. Mientras muchos utilizaban las redes y los medios de comunicación para reclamar poder regresar a sus hogares, el Estado coordinaba gestiones para repatriarlos y oficialismo y oposición debatian sobre cómo organizar las prioridades en medio de la contingencia.
Sin embargo, poco más de un mes después, el problema está cerca de ser resuelto. Según anunció la Cancillería, casi el 90% de las personas afectadas ya pudieron volver.
En un informe oficial difundido por el área que conduce Felipe Solá se difundieron las acciones realizadas para asistir a los argentinos varados en el exterior.
Según el documento, durante el período entre el 17 de marzo y el 19 de abril, unas 189.633 personas hicieron los trámites para regresar a la Argentina. Por vía terrestre, aérea o fluvial, informaron ya regresó el 88,7% y, hasta el 20 de abril, un 11,3% todavía estaba sin respuestas. Este porcentaje equivale a unos 21.493 ciudadanos.
Sobre los que todavía están sin respuestas, el documento advierte: «No pudieron regresar, en buena medida, por el empeoramiento de las condiciones mundiales».
El informe, además, reveló dónde están quienes todavía esperan ser repatriados y cuántos pertenecen, por algún motivo, a la población de riesgo: 4.479 en América Central, de los cuales 820 son personas vulnerables; 4.665 en América del Norte, con 940 vulnerables; 2.313 en Asia, África y Oceanía, con 326 vulnerables; 6.679 en Europa, con 1.810 vulnerables; y 3.365 en América del Sur, con 914 vulnerables.
Responsabilidad. El documento asegura que el problema se volvió más complejo por la acción de las compañías aéreas. «El canciller Felipe Solá se quejó en comunicaciones personales y públicamente de que algunas aerolíneas, incluso con ese nuevo escenario, seguían vendiendo pasajes y luego cancelaban vuelos. Para colmo decían que la Argentina les impedía aterrizar. Era una falacia: los aterrizajes estaban y están restringidos y dosificados, no prohibidos», afirma.
Además, insiste en que el caos que se generó durante los primeros días generó un «cuello de botella» con grandes aglomeraciones en aeropuertos de la región de pasajeros que pretendían regresar al país. De ahí, explican, se comenzó con una política de dosificación de aterrizajes de vuelos en Ezeiza.
Además, desde Cancillería justifican las demoras con otro problema: la falta de aviones suficientes para repatriar ciudadanos y la decisión de las líneas aéreas de no confirmar vuelos especiales hasta que no estuvieran vendidas todas las butacas posibles.