Desde el Hospital Houssay realizaron una medición de burnout entre el personal de todas las áreas según la escala de Maslow y los resultados fueron extremos. La desconfianza de los familiares de los pacientes, la soledad de los trabajadores, la sobrecarga y hasta el replanteo de la profesión, entre los efectos psíquicos y físicos que se denotan.´

“Es alarmante: el 80% de los trabajadores están en una situación de estrés crónico, porque la cronicidad se da luego de tres meses de persistencia de sufrimiento”, informó en diálogo con LU9 la Lic. María Herrero, psicóloga y especialista en Gestión de Calidad Hospitalaria del Hospital Bernardo Houssay, perteneciente a PAMI, donde se hizo un estudio en la Escala de Maslow, la única científicamente permitida para estudiar el estrés extremo o burnout (cerebro quemado).

“Cuando hablamos de estrés hablamos de sufrimiento crónico, en este caso en lo laboral”, explicó la profesional al tiempo que detalló que se midió en casi 300 trabajadores médicos, enfermeros y personal de higiene hospitalaria “y los resultados fueron alarmantes. Es un estrés que tiene consecuencias de las que no se habla”. Los resultados, anunció que serán presentados en el Congreso de Psiquiatría que se hará en octubre en Mar del Plata.

“Los pacientes conviven con nosotros las 24 horas, todo el tiempo que están acá. Y nuestro hospital, al ser de PAMI tiene la característica especial de contar con pacientes con internación prolongada y requerimientos psíquicos y físicos más importantes que en otros hospitales”.

La falta de descanso, de vacaciones, la superposición de licencias por contagios o contactos estrechos han dificultado aún más la labor y llevó a la necesidad de tomar personal, que hubo que preparar en tiempo record: “El estrés es desde lo psicológico a lo físico. Hemos tenido médicos con ataques de pánico en los pasillos. Por suerte a través de Pami, hicimos un convenio con la Universidad Atlántida Argentina y tenemos asistencia psicológica grupal e individual para todo el personal de manera permanente”.

Confió que se toma como el momento pico de la crisis “cuando se replantean su trabajo, si sirven para eso. Cuando ya pasaste la irritabilidad, angustia, ansiedad, tratamientos psicológicos, medicación, falta de ganas de trabajar, te cuestionás tu rol. Un médico antes en UTI salvaba el 70% de las vidas y ahora se mueren por momentos el 98% o están mucho tiempo dando vueltas por distintas áreas. La mortalidad aumentó de manera estrepitosa”.

Remarcó que “la vacunación cambió bastante el panorama” pero también informó que “cerca del 98% de nuestro personal se contagió y más de una vez. Hay circulación comunitaria en la ciudad y no sabemos si se contagió acá o afuera”.

El trabajo no es solo con el paciente. Como dijo, es también con los familiares: “El aislamiento genera que vos como familiar lo traigas a tu viejo y quedes afuera, y que tu afecto quede en manos nuestras. Desde ahí, el tiempo que sea, estamos solos con esa persona. Y vos quedaste afuera con toda la incertidumbre. Nosotros hacemos videollamadas, si vemos que la cuestión afectiva es sumamente relevante, tenemos visitas de 15 minutos, que lo dispone el médico. Pero la desconfianza para con el personal ha crecido porque hay gente que da hasta tres hisopados negativos y luego positivo. Y es lógico que el familiar se preocupe, que se pregunte por qué da negativo y luego positivo; creen que se contagiaron acá, creen que no los estás atendiendo bien…es normal, pero el familiar antes no cuestionaba la praxis médica porque la veía”.

“En un momento el 100% de los hisopados eran positivos hace dos meses”, aseguró y remarcó que “el testeo es importante si la gente hace el aislamiento. Si la gente sigue circulando por la calle porque se siente bien, vas a seguir contagiando y la gente joven cuesta que entienda que se tiene que quedar en su casa. Aparecen en el hospital luego de dejar su familiar para verlo y no entienden que por contacto tienen que seguir ellos también aislados”.

Lu9 Mar del Plata