Las mamás y papás de hijos con discapacidad conocemos la bendición por la llegada de un hijo, pero también el dolor profundo de saber que algo no está bien, una vez que nos reponemos a ese primer cimbronazo la vida nos cambia para siempre, es distinta a lo que habíamos pensado, ni mejor ni peor, sólo distinta.

Y en este camino una cosa es transitar la discapacidad en la niñez, hay más posibilidades, más lugares de atención, los niños son en general más aceptados ya sea por su dulzura, por su ductilidad y simpatía, pero todo empieza a cambiar cuando crecen, se hacen adolescentes y luego adultos. Ya las cosas no son tan fáciles, hay que lidiar con las conductas propias de estas etapas de la vida, buscar que estén contenidos en Instituciones, en Centros de Día, encontrar actividades recreativas que compartan con sus pares y por qué no, puedan realizarse laboralmente y en algunos casos llevar una vida autónoma.

Lamentablemente la vida se hace muy difícil para una familia  no por la discapacidad en sí sino por todo lo que la rodea. Si bien la ley los protege para que sean asistidos en todas sus necesidades, esto en la realidad no se cumple y allí comienza una lucha por los derechos de nuestros hijos, nos transformamos en su voz. Diagnósticos, Instituciones, terapias, traslados, etc. un combo a lo que tenemos que enfrentarnos continuamente.

Esto concretamente le está sucediendo a Franco, un chico de 26 años a quién hace un tiempo atrás su madre tuvo que hacer un amparo por el transporte, pero aun así, debido a las demoras en los pagos dejaron de trasladarlo al Centro de Día Amaneceres.

Es realmente difícil volver a conseguir transporte, hasta que después de una ardua búsqueda finalmente SERVISA accede.

El Instituto Amaneceres SRL es una empresa privada que impone sus condiciones olvidando a la persona a quien debe cobijar, obligaron a la familia retirarlo una hora antes de la hora de salida dado a las irregularidades en los horarios de SERVISA.

Al continuar los problemas, Graciela, su mamá nos refiere que de un día para el otro le dijeron que Franco no podía reintegrarse al Centro al que había asistido por 14 años sin tener en cuenta las graves consecuencias para su salud, él necesita estar institucionalizado.

La desprotección, la soledad, la injusticia, el abandono es lo que transmite el relato entrecortado por el dolor de esta madre quién quiere volver a ver a su hijo compensado, contenido, con un seguimiento y continuidad en el tratamiento. Pide ayuda a la obra social, a los medios, a la justicia, escribe notas, peregrina por distintos Centros tratando de ubicar a su hijo,  pasan los días y su desesperación crece, no puede lograr sacar a Franco  de la internación, no hay lugar para él…

En realidad el incumplimiento de IOMA en su obligación de pagar en tiempo y forma el traslado, y un Centro de día inescrupulosos que no vela por la integridad de las personas si no que funciona como una mera empresa llevó a que Franco se descompensara y terminara internado en un centro neuropsiquiátrico.

Esta mamá se acercó a IOMA para plantear la situación y no recibió más respuesta que un frío papel con una larga lista de Centro de día para que ella buscara el lugar cosa que hizo inmediatamente sin suerte ya que nadie quiere recibir afiliados a esta obra social por las irregularidades en los pagos y por otra parte a esta altura del año es muy difícil encontrar un lugar.

Esto está pasando en Mar del Plata que respuesta vamos a dar como sociedad a esta problemática no hay lugar para muchos jóvenes y adultos con discapacidad que merecen calidad de vida y necesitan asistir a un Centro de Día o permanecer en un Hogar.

Mirta Catalano.