Las esperanzas de la prensa opositora en que el impacto de “la foto de Olivos” cause una derrota del Frente de Todos perdieron consistencia y por ello varios articulistas de Clarín, La Nación e Infobae pasaron a la etapa de quitarle confiabilidad y peso a la elección. Regresaron, incluso, preguntas indignadas sobre los votos que reúne históricamente el peronismo.

En la misma cuerda, comienzan a instalarse proyecciones apocalípticas con triunfo, empate o derrota oficialista: se da por excluido al presidente Alberto Fernández para 2023 y se preanuncia un gobierno en el que supuestamente solo decidirá Cristina Kirchner. Además, se consolida el relato según el cual Sergio Massa será el único representante oficialista en condiciones apropiadas para ser candidato.

Después de algunas sugerencias sin mayor fundamento sobre un eventual triunfo de Juntos por el Cambio, los artículos pasaron a coincidir en fórmulas que ya desvalorizan una victoria del FDT: “amarga”, “tímida”, “exigua”.

Desde ya que las variantes, sean importantes o insignificantes, sobre los hechos en la quinta de Olivos y la causa judicial, ascienden a los primeros lugares de las portadas de los diarios opositores y a los portales en línea todos los días y a toda hora, como tema principal de la vida del país, por encima de novedades sanitarias y económicas.

Largas descripciones sobre un país malogrado por la “clase política gubernamental” son repetidas día por día y desembocan en descripciones, también reiteradas, sobre  “bronca”, “desencanto”, “indiferencia”, “tedio” del electorado. Esas enumeraciones, que incluyen los hechos en Olivos, pero van a la pobreza, el fútbol, los empresarios que “padecen” o el desempeño docente, jamás engloban a los períodos dictatoriales ni a los cuatro años de macrismo que tanto apoyo y encubrimiento consiguieron de estos medios.

Reaparece con pequeños matices el viejo rencor oligarca por el “hecho maldito” de la historia y del presente, el peronismo. Carlos Pagni tipeó en La Nación que “no parece congruente” y “sorprende” que haya argentinos y argentinas que voten al Frente de Todos.

Lo que incomoda a estos opositores es que, como lo reconoce inesperadamente Van der Kooy en Clarín el domingo 29, no es posible saber cuánto dura el “impacto emocional” por la foto de Olivos.

El despliegue llega a un punto inverosímil: todo irá peor en el país de 2021 a 2023, gane, empate o pierda el oficialismo, porque Ella tomará las riendas, dice Van der Kooy, olvidándose de que ya escribió decenas de veces que ya las tenía.

Las estocadas vuelven a tener al gobernador Kicillof como uno de los blancos predilectos. Bonelli y Kirschbaum insisten en Clarín en afirmar que asaltará el Ministerio de Economía, en una reedición del pronóstico de la caída de Guzmán, tantas veces anunciada desde que comenzó a renegociar la deuda externa, en 2020.

También es repetida la fórmula de tachar candidaturas presidenciales oficialistas: esta vez Van der Kooy vuelve a presentar a Massa como el único dirigente del Frente que puede ser tomado en cuenta, tras desestimar al Presidente, la Vice, Kicillof y Máximo Kirchner.

En el conjunto de estas estrategias, que en resumen buscan condicionar hasta lo indecible los próximos dos años de gestión, el plan de vacunación sigue recibiendo cuotas abrumadoras. El ridículo no es un límite para estos fines, como lo demostró Morales Solá el miércoles 25, cuando tipeó que la “única vacuna definitivamente aprobada en el mundo” es la de Pfizer, confirmando su descenso de analista sagaz a redactor publicitario.

En estos medios, un día las vacunas en stock sin usar son 5 millones, y al siguiente ya pasaron a 8 millones. La definición del doctor Eduardo López, quien subiéndose a la campaña opositora habló de “fracaso de la vacunación”, llegó a ser incluida el martes hasta cinco veces en la edición de Clarín, que junto con La Nación e Infobae olvidaron pronto las denuncias de “infectadura” que tanto propalaron. El infectólogo fue convertido en un abrir y cerrar de ojos en héroe nacional.

Un título de ese diario desnudó el lunes las peores intenciones. “AstraZeneca y Sputnik V, crece un mal síntoma”. Sin embargo, la nota no se refiere a un efecto no deseado en la salud de las personas, como esas palabras lo hacen pensar, sino que contiene la mera reiteración de la crítica opositora por la distribución de dosis. En suma, una forma de empujar a la población a que no se vacune.

También hay cambios inescrupulosos en los relatos y pronósticos sobre la Corte Suprema, una cueva institucional que Clarín tiene prácticamente en sus manos gracias a su ex abogado Ronsenkrantz, designado por Macri. Los supremos deben elegir presidente y Kirschbaum, en Clarín, hizo malabares discursivos para afirmar que, a raíz de un proyecto opositor, el nuevo titular será Lorenzetti, sin insistir respecto de él con algunos carpetazos noticiosos por las andanzas de las que se lo acusó en Rafaela, su pueblo natal. Morales Solá, en La Nación, acompañó en principio esta descripción.

Sin embargo, Kirschbaum dio un formidable golpe de timón el domingo 29: saca al Presidente de la escena política, afirma que Ella tomará el control y por lo tanto habrá “una radicalización”; Kicillof impondrá ministro de Economía y Massa quedaría prácticamente afuera del Gobierno. Y si todas estas ocurrencias se hacen realidad, la Corte Suprema anunciará como presidente a Rosatti, lo cual lleva a la conclusión deseada: será malo para Cristina Kirchner.

Es que de ilusiones también se vive. Cappiello, en La Nación, especula con que la cara más visible de la escudería del espía Stiuso, la jueza Arroyo Salgado, figura clave en la operación internacional que manipuló el suicidio del fiscal Nisman, dispute la causa contra el Presidente por el festejo en la Quinta de Olivos.

Y Letjman, en Infobae, no quiere quedarse atrás: aunque sin ninguna fuente que lo consolide, saborea la posibilidad de que la defensa de Fabiola Yáñez tome la idea del abogado de una de sus amigas y plantee la inconstitucionalidad del DNU que prohibió reuniones sociales masivas, es decir una desautorización al Presidente por su propia compañera. En un esquema para destruir al Gobierno, más no se podría pedir.

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