El coronavirus hace estragos con Jair Bolsonaro. El presidente fue objeto de un cacerolazo en prácticamente todas las capitales del país al mismo tiempo que recibió una advertencia de China que en términos diplomáticos le “recomendó” dejar de ser mandadero de Estados Unidos, adonde viajó la semana pasada en lugar de ocuparse de una dolencia que ya causó cinco muertos e infectó a 529 personas. La enfermedad avanza a ritmo vertiginoso, creció casi el cien por ciento en Rio de Janeiro entre el martes y el miércoles, cuando vehículos de Defensa Civil recorrieron las playas pidiendo la salida de los bañistas. El Hospital Albert Einstein de San Pablo estima que el número de afectados es diez veces más alto que las cifras oficiales.

“Fuera Bolsonaro” y “Bolsonaro, miliciano”, gritaron el miércoles a la noche miles de indignados acompañados de batucadas improvisadas con ollas y tenedores en San Pablo, Río de Janeiro, Brasilia y otros grandes centros urbanos donde las clases medias dan señales de hartazgo hacia un Jefe de Estado que mientras estaba en cuarentena (volvió de EEUU con síntomas del virus), saludó y se tomó selfies con decenas de simpatizantes, desafiando las recomendaciones de los médicos y la Organización Mundial de la Salud. Para Bolsonaro y su aliado, el obispo Edir

Macedo, dueño de la TV Record, el virus es una invención de los medios dominados por la izquierda global (lo que en su lectura incluye desde los demócratas norteamericanos al PT, del expresidente Lula).

Desde un edificio de Leblon, uno de los barrios ricos de Río, en medio del griterío contra el mandatario anoche comenzó a sonar Bela Ciao, el himno de la resistencia al fascismo. Hasta la cadena Globo, otrora simpatizante del régimen, dedicó varios minutos en su noticiero central para ridiculizar al capitán retirado poniéndose y sacándose un barbijo con el que dio una conferencia de prensa en el Palacio del Planalto para hablar de la enfermedad. Allí hizo comentarios vagos sobre un tema del que está poco informado y propuso pocas medidas concretas a la altura de la crisis. Si lo que buscó con esa conferencia de prensa fue reparar la imagen de desinterés por el coronavirus, lo que consiguió fue lo contrario.

En San Pablo y Brasilia se percibía más bronca que de costumbre en los cacerolazos del miércoles a la noche. Lo que se percibe es descontento cada vez más efervescente. Un malhumor que había comenzado a despuntar durante el carnaval y ahora tiende a sedimentarse.

La recién lanzada CNN Brasil divulgó este jueves una encuesta de la agencia Atlas Política que traduce en números esta atmósfera pesada: el 64 por ciento reprueba la política del gobierno ante el virus y el 80 por ciento considera que el sistema de salud pública no podrá dar cuenta de la dolencia.

China exige disculpas

Bolsonaro viajó a Florida para encontrarse con Donald Trump, visitar el Comando Sur y confraternizar con pastores evangélicos. Pronunció discursos y formuló declaraciones en las que subestimó la gravedad del Covid-19 y atacó a Venezuela. Lo acompañó una comitiva numerosa formada por militares, ministros y el diputado Eduardo Bolsonaro.

El joven congresista, que comanda la Comisión de Exteriores de la Cámara baja, ha realizado varias misiones en Estados Unidos a pedido de su padre. En uno de esos viajes se paseó por Washington con una gorra que publicitaba la candidatura de Trump para un segundo mandato

Esta semana el Eduardo posteó varios mensajes contra China, achacándole al gobierno del presidente Xi Xinping haber ocultado informaciones sobre el coronavirus y equiparando la conducta de Pekín con la del gobierno soviético en la crisis de la usina nuclear de Chernobyl en 1985, todo con un lenguaje saturado de connotaciones anticomunistas.

Los tuits del diputado, cuyos dichos suelen ser entendidos como mensajes cifrados de su papá, colmaron la paciencia del embajador Yang Wanming.

Dirigiéndose al hijo presidencial el responsable de la misión en Brasilia escribió, “(le) aconsejamos que no corra para ser portavoz de Estados Unidos en Brasil, porque se va a tropezar feo”.

“Sus palabras son un insulto maléfico contra China y el pueblo chino, tal actitud antichina no se condice con su condición de diputado federal ni su calidad de figura pública especial”, reforzó el diplomático y exigió disculpas de la Cancillería y la Cámara de Diputados.

El tono del reclamo puede desembocar en una crisis diplomática entre Brasil y su principal socio comercial, con el cual hubo un comercio de 98 mil millones de dólared en 2019.

Por Dario Pignotti-p12