• Por PhD Federico M. Álvarez Larrondo – Profesor Titular por Concurso de la Cátedra “Inteligencia Artificial, Tecnología y Derecho” de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Mar del Plata

Desde hace décadas, la humanidad ha imaginado la llegada de inteligencias artificiales capaces de actuar con autonomía, aprendiendo de su entorno y tomando decisiones sin supervisión constante. En 2025, esta visión ya no pertenece a la ciencia ficción puesto que estamos presenciando la irrupción de la Inteligencia Artificial Agéntica (IAAg), un salto cualitativo en la evolución de la tecnología que transformará la manera en que trabajamos, nos comunicamos y regulamos nuestra convivencia social.

La IA Agéntica no es simplemente un modelo avanzado de IA generativa que responde preguntas o elabora textos. Se trata de sistemas con capacidad para razonar, planificar y ejecutar acciones en el mundo digital y físico de manera continua y sin necesidad de instrucciones constantes. Son agentes inteligentes que pueden coordinarse con otras IAs, optimizar procesos complejos y resolver problemas con una eficacia que desafía los paradigmas tradicionales.

O que pueden negociar por nosotros, por ejemplo, una reserva de hotel de última hora y en cualquier horario.

  • Es claro entonces que la irrupción de la IA Agéntica en 2025 habrá de redefinir nuestra interacción con la tecnología. Estos agentes ya no son simples asistentes de voz o sistemas de recomendación, sino entidades que gestionan tareas de forma autónoma, respondiendo a nuestras necesidades sin requerir supervisión constante, desde la organización del día hasta la toma de decisiones financieras. Lentamente la IA Agéntica se convierte en un socio de nuestra vida cotidiana.

En tanto, en el ámbito empresarial, las compañías están implementando agentes que pueden automatizar procesos de contratación, evaluar riesgos en tiempo real y generar informes legales o financieros sin intervención humana. Esto reduce costos operativos y mejora la toma de decisiones basada en datos, pero también introduce desafíos en la supervisión de estos sistemas.

En la atención al cliente, los agentes agénticos ya están reemplazando a los tradicionales bots, ofreciendo interacciones más naturales y resolviendo problemas complejos sin necesidad de recurrir a un humano. Desde plataformas de comercio electrónico hasta servicios bancarios, estos sistemas ya gestionan reclamaciones, asesoramiento financiero y soporte técnico de manera más eficiente.

Es claro entonces que el despliegue acelerado de la IA Agéntica habrá de plantear nuevos desafíos. A medida que estas inteligencias asumen más responsabilidades, se vuelve crucial definir mecanismos de control y responsabilidad ¿Qué ocurre si un agente autónomo toma una decisión que perjudica a una persona? ¿Quién asume la responsabilidad cuando estas IAs toman acciones con impacto legal o financiero?

Además, el impacto en el empleo es innegable. Si bien estos agentes permiten aumentar la eficiencia y reducir costos, también están reemplazando trabajos tradicionales en múltiples sectores.

El 2025 es el año en que la IA Agéntica comienza a desplegar su potencial, desafiando nuestra comprensión de la tecnología y su rol en la sociedad. La humanidad tiene la oportunidad de guiar este cambio con responsabilidad y visión, asegurando que la IA no solo potencie la eficiencia, sino también respete los principios fundamentales de equidad y seguridad, pero para ello debemos previamente tomar conciencia y luego regular.

Los próximos meses definirán entonces cómo enfrentamos estos desafíos. La pregunta ya no es si la IA Agéntica formará parte de nuestras vidas, sino cómo nos prepararemos para convivir con ella. Nos guste o no.

FINIS CORONAT OPUS