La historia Argentina aparece marcada por los ciclos de la renta de la tierra. Cuando la apropiación de renta por parte del Estado o los capitales que operan a nivel local no es posible, estos deben acudir a nuevas fuentes de valorización. Una de las fuentes la encuentran en el endeudamiento externo -La otra en la baja salarial (Seiffer, 2018)-

De la afirmación anterior es posible extraer algunas conclusiones. Por una parte, el endeudamiento externo no es propio de un Gobierno u otro, sean estos progresistas o liberales. Es una necesidad del capital para reproducirse de forma normal.

Por otra parte el endeudamiento externo funciona como una fuente neta de riqueza para sostener el gasto público que realiza el Estado en función de mantener la demanda solvente de las mercancías que producen los capitales individuales. Es decir, lo extraído de la deuda completa su ciclo volviendo a los capitales por medio del subsidio directo o del consumo de la clase obrera.

Por último, este nuevo manotazo del Gobierno de Macri da cuenta de una crisis iniciada en el año 2009 que encontró en la expansión del empleo público precario y la transferencia de ingresos, la forma de contener los despidos del sector privado y mantener el consumo. Si bien no pudo contraer deuda con los organismos internacionales, el Kirchnerismo dejo sentadas las bases para la apertura de un nuevo ciclo de endeudamiento en Argentina.

Las consecuencias de extraer crédito con el Fondo Monetario Internacional son concretas. Debido a que la deuda se paga con renta futura, aquello que otrora fuera destinado a la reproducción de la clase trabajadora mediante el gasto social, los subsidios y la política pública en general, bajo estas condiciones será reservado a cumplir con los organismos de crédito.

Es decir, aun no hemos vivido el ajuste brutal que prepara el Gobierno más allá de que la baja de un 10% de los salarios reales y los despidos sean cuestión del presente. Se aproximan tiempos en los que las condiciones de vida de los trabajadores se verán pauperizadas atacando los derechos básicos a la salud, educación, vivienda y trabajo.

Tanto las reformas tributaria y previsional ya aprobadas por el congreso en el que Cambiemos es minoría, como la reforma laboral ingresada hace pocos días, se constituyen en exigencias para tomar deuda. La flexibilización no es ni más ni menos que generar las condiciones requeridas por los acreedores externos.

En este contexto resulta crucial la organización de los trabajadores para frenar los planes de ajuste que profundiza el Gobierno. Es necesario superar las experiencias de diciembre recuperando los métodos de la lucha pero señalando un planteo político sobre la necesidad de la centralización del capital por parte de la clase obrera.

Sin dudas está abierto un proceso en que es necesario el cuestionamiento de fondo a la conducción política actual y una orientación que supere los límites del sistema de relaciones sociales imperante. La apertura del Gobierno de Macri a un endeudamiento con el FMI muestra el carácter mundial del capital y por lo tanto la necesidad de que el combate al mismo sea internacional.

Gonzalo Peruzzaro-