Habla uno de los pasajeros del vuelo de Aerolíneas en el que resultaron 15 heridos

Era la primera vez que la familia Marcilla entera viajaba en avión. Fueron a Miami, disfrutaron de los parques de diversiones de Orlando y cuando regresaban a Buenos Aires la vida de esta familia de cuatro, más el resto de los pasajeros del avión, quedó suspendida por un instante. O mejor dicho: cayó en picada. Fueron tres minutos interminables durante los cuales el avión de Aerolíneas Argentinas sufrió fuertes turbulencias y emprendió un descenso brusco que para muchos significó el camino hacia la muerte.

“Cerré los ojos, agarré la mano de mi mujer y me entregué a la muerte”, contó a Infobae Fabián Marcilla, de 55 años, empleado público en la ciudad de Gualeguay, Entre Ríos, quien después de mucho ahorro junto a Daniela, su esposa, docente, pensaron este viaje como regalo de 15 para Zaira, una de sus dos hijas.

“Veníamos viajando lindo, normal, empezaron a servir la comida y empezaron a comer todos y se entró a mover el avión, a moverse mal. Entonces hizo una caída y sobre esa caída hizo otra, pero más profunda y ahí no quedó nada, se fue todo al diablo, voló todo, había gente que se había sacado el cinturón y se azotaron contra los techos”, relató el hombre.

Una de las azafatas del vuelo AR 1303 estaba con el carro de la comida cuando el avión empezó a moverse y pasó de la turbulencia al pozo de aire. “El carro voló y cayó en el mismo lugar. Fue hacia arriba y volvió a caer en el mismo lado. Y la chica se golpeó la frente y se hizo un chichón, el otro flaco (por el comisario de abordo) se cortó la cabeza”.

En lo que para Fabián fueron “como mucho seis segundos” los 198 pasajeros entraron en pánico. El movimiento del avión, que en ese momento volaba a 11.879 metros, además provocó que se abrieran las puertas de los portaequipajes y se desprendieran de allí los bolsos y valijas de mano.

“Pensé que se caía el avión. La gente gritaba y lloraba. Fue vivirlo. Fueron dos o tres segundos pero fue una vida. Porque después nos quedaban todavía cuatro horas de vuelo y se volvía a mover y se quedaba quieto y nos quedó eso en la cabeza. Fueron cuatro horas de terror. Charlé con una señora cansada de viajar a Europa y nunca le había pasado”, dice todavía con asombro y estupor Marcilla.

El hombre contó que se le puso la mente en blanco. “No te da tiempo. Pensé que nos matábamos y me entregué. No podés hacer nada. Cerré los ojos, la agarré de la mano y me entregué. Ni siquiera pude mirar a mis hijas. Y dije ya está, fuiste, fuimos”, confiesa.

Desde Aerolíneas Argentinas explicaron que “las turbulencias se producen cuando dos masas de aire de distinta temperatura o bien de distinta velocidad chocan. Estas pueden producir movimientos bruscos en las aeronaves de acuerdo a su intensidad aunque de ningún modo ponen en riesgo la seguridad de la aeronave”.

Quizá por eso, o por una cuestión de fe, la familia Marcilla sabe que el incidente lejos está de bajarlos de la posibilidad volver a volar: “Me decía un hombre de 60 acostumbrado a viajar: ‘En esta tierra no te quedás ni un minuto más, te vas cuando te tenés que ir’. Yo tenía un susto tan grande, uno piensa en las criaturas, que es lo que uno tiene, por lo que uno vive. Así que vamos a viajar de vuelta, es menos terrorífico que viajar en auto”.

Infobae