El ministro de Exteriores de Alemania mantiene su promesa para independizar las finanzas comunitarias de las decisiones de EE.UU.

La Unión Europea ha comenzado a trabajar para crear un sistema de transferencias financieras interbancarias autónomo del SWIFT, que depende de Estados Unidos y domina el sector hoy en día, según ha anunciado este 27 de agosto el ministro de Exteriores de Alemania, Heiko Maas, e informa la agencia RIA Novosti.

“No va a ser fácil, pero ya hemos comenzado a hacerlo. Estudiamos propuestas para los canales de pago” y poseer “sistemas independientes de SWIFT”, así como para crear “un Fondo Monetario Europeo”, ha declarado Maas durante una conferencia anual de embajadores alemanes en Berlín.

Además, este alto cargo germano ha revelado los planes comunitarios para establecer una nueva estrategia política respecto a Estados Unidos, debido a que estima que “es tiempo ya para recalibrar la Asociación Transatlántica de manera racional, crítica e incluso autocrítica”.

La semana pasada, Heiko Maas llamó a asegurar la autonomía de la UE mediante la creación de un sistema de comunicación interbancaria independiente de EE.UU. y el establecimiento de un Fondo Monetario Europeo, medidas que considera necesarias para defender a las empresas europeas de las sanciones de Washington contra Irán.

SWIFT, una red internacional de comunicaciones entre entidades financieras —alrededor de 11.000 en más de 200 países— tiene su sede en Bélgica, pero en su junta directiva hay ejecutivos de bancos estadounidenses. Además, una legislación federal de EE.UU. permite a Washington sancionar a bancos y reguladores de otras partes del mundo.

Asimismo, EE.UU. cuenta con una participación especial en el Fondo Monetario Internacional (FMI), una institución autónoma fundada como herramienta financiera de las Naciones Unidas, pero que no está directamente subordinada a esa organización.

Los estados miembros del FMI poseen una cantidad ‘equilibrada’ de votos en función de su posición relativa en la economía mundial. EE.UU. cuenta con un 17,69 % —gigantes económicos como China y Japón tienen menos del 5 %— y, como todas las decisiones clave deben contar con un apoyo del 85 % en la Junta de Gobernadores, técnicamente es el único país con derecho a veto.

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