Los docentes universitarios nos enfrentamos por estos días a un desafío histórico.

Por un lado, no quedan dudas que el ataque del Gobierno Nacional a la educación pública y de calidad no se expresa solo en su base material: la caída sistemática del presupuesto destinado a Universidad[1] junto al deterioro salarial de los trabajadores del sector de más de un 20% acumulado desde el 2015 a la fecha.

Cualquiera que analice los discursos de representantes de Cambiemos, Ministros o el mismo Presidente al unísono con notas periodísticas de los principales diarios del país, encontrará que la idea que atraviesa su mensaje es la de una institución deficitaria, parasitaria y obsoleta.

No solo esto, sino que visualizan una amenaza política constante que debe ser controlada, ya no mediante la injerencia interna de Rectores y Decanos afines, sino con las fuerzas de seguridad violando su autonomía.[2]

Como paradoja, los Docentes de dicha institución solemos reproducir una tendencia peligrosa a los fines de reconocer el lugar que ocupamos en las relaciones sociales actuales. Pareciera que nuestra tarea -producir y transmitir conocimiento científico- nos coloca en una esfera sacrosanta e inmaculada exenta de las contradicciones y perjuicios de un sistema social que, en Argentina, tiende a ensanchar las filas de quienes venden su fuerza de trabajo por debajo de su valor.

¿Se tratará de ese fenómeno material, concreto y tangible llamado enajenación? ¿El trabajador que reproduce los atributos del capital considerándose abstractamente libre? Esta forma de relacionarnos con nuestra propia potencia tiene el costo práctico de dos tipos de acción que contribuyen a los intereses de los capitalistas: el individualismo exacerbado que tiende a la depresión cuando los caminos del éxito personal se bifurcan con la realidad y la naturalización de la explotación que se materializa en salarios de miseria con condiciones precarias de trabajo a costo de ser parte de una comunidad privilegiada en términos simbólicos para esta sociedad.

Entonces ¿cuál es el desafío al que nos enfrentamos en los tiempos que corren? La ruptura, el salto, la transformación consciente y colectiva de nuestra propia particularidad para aportar a los procesos de lucha que la coyuntura actual requiere.

Sin dudas que hacemos referencia a la necesidad de un tipo de acción que contenga como momentos fundamentales la reflexión crítica sobre nuestro lugar en la producción y la práctica política conscientemente organizada que enfrente todas las formas de explotación y deterioro de nuestras condiciones de vida.

El aspecto reivindicativo adquiere una importancia inusitada en este momento. Una paritaria sin rumbo y con grandes posibilidades de cerrar a la baja, recortes presupuestarios para infraestructura, mantenimiento e insumos, tarifazos, aumento de combustibles y transporte.

A su vez, todo cuadra a la perfección para que el FMI monitoree la aprobación y aplicación de la reforma laboral y con ello, uno de los planes de ajuste más violentos de la historia Argentina.

Los caminos son complejos pero conocidos: el trabajo de base con contenido antiburocrático y combativo, y la unidad en la acción con todos los sectores dispuestos a dar la lucha para triunfar. No hay recetas, solo experiencias históricas ejemplares como la del sindicalismo de liberación que gestó el Cordobazo y las asambleas de ocupados y desocupados de fines de los años noventa.

Los docentes universitarios estamos llamados a tomar conciencia en la práctica de nuestra enajenación en el capital para enfrentarnos a lo que realmente somos: trabajadores.

Debemos unirnos a los docentes secundarios y científicos de organismos nacionales que vienen desarrollando un proceso sumamente valorable más allá del rol de contención de las burocracias enquistadas en las herramientas gremiales.

Debemos prepararnos para poner el cuerpo ante el avasallamiento constante de nuestros derechos y de ser posible, pensar en procesos de ejercicio concreto de poder junto a otros sectores desde una perspectiva de transformación radical de este sistema injusto, violento y de muerte.

[1] https://www.pagina12.com.ar/71937-el-detalle-de-los-recortes

[2] Los casos más emblemáticos fueron los de la Universidad Nacional de Jujuy en 2017, Universidad Nacional de Lujan en 2018 y Universidad Nacional de Comahue. Gendarmería ingreso a la Universidad Nacional de Mar del Plata el 6 de Junio de 2017.